Una Historia Vulgar, Goncharov

[Obyknovennaja istorija]. Novela del ruso Goncharov (Ivan Aleksandrovič Gončarov, 1812-1893), publicada en 1847. Es la primera de las tres novelas escritas por Goncharov, y como su­cedió con Oblomov (v.) y El declive (v.), tuvo un éxito clamoroso de público y de crítica. Aduev, joven soñador, llegado de la provincia para conocer la vida de San Petersburgo, pierde allí, poco a poco, sus ilusiones sobre el amor eterno, sobre la amistad indisoluble y sobre su propia capacidad lite­raria. Un tío suyo que le da hospedaje cuida de reeducar al sobrino más en la realidad y de hacerlo un hombre práctico; pero el jovencito, para convencerse, debe vivir antes sus ilusiones, y sólo cuando llega a los 35 años puede el tío declararse satisfecho de él. El sobrino se casa entonces con una señorita de buena familia, con trescientos mil rublos de dote. Presenta ya un principio de calvi­cie, algo de reumatismo, los bellos sueños se desvanecen, pero entonces llegan los ho­nores y se ve rodeado del respeto general.

Por primera vez Aduev «sénior», que ha sido siempre contrario a «toda manifesta­ción sentimental», abraza al sobrino, y con esto termina la novela. La historia de las desilusiones del joven Aduev ocupa la mayor parte de la obra, en la que el autor ha trazado un sutil análisis psicológico de la sociedad rusa de casi medio siglo. Es armo­nioso el desarrollo del relato y perfecta­mente equilibrado el estilo, que se aproxi­ma, como en ningún otro escritor ruso contemporáneo, a la «olímpica calma» goethiana. En Aduev tío, el autor ha querido demostrar la necesidad del trabajo práctico y de una clara visión de las cosas de este mundo. Pero hacia el fin del libro, Aduev tío no parece enteramente convencido de haber guiado bien los pasos del sobrino, especialmente al pensar en su mujer, que, a su lado, se ha vuelto fría, resignada, sin alma y sin personalidad. Así, después de tantos análisis y sutiles razonamientos, todos dirigidos a esclarecer las diversas actitudes, la conclusión queda todavía incierta, y qui­zás precisamente en esta incertidumbre está la poesía de la novela. [Trad. española de Alexis Marcoff (Barcelona, 1942)].

G. Kraisky