[Liebelei]. Drama de Arthur Schnitzler (1862-1931), representado en 1895. Fritz Lobheimer es el amante de una señora de la buena sociedad vienesa. El amigo de Fritz, Theodor Kaiser, quiere persuadirle para que corte la peligrosa relación, en la que el snobismo y la vanidad intervienen más que el corazón y los sentidos, y le empuja a dedicarse más bien a uno de esos amoríos graciosos y superficiales «que se inician sin dificultad y se desarrollan sin tormentos». Con tal fin le hace conocer a la amiga de su Mitzi, la dulce Christine, hija de un viejo violinista quien pronto se da cuenta de lo que sucede, pero no tiene valor para poner dificultades a su hija. Le pesa en el alma el recuerdo de su propia hermana a la que, vigilada demasiado cuidadosamente, ha visto marchitarse sin una sonrisa. Christine ama a Fritz y creyéndose correspondida es feliz. Pero una noche, mientras las dos jóvenes parejas están reunidas en una alegre cena, llega el ofendido marido de la señora con quien Fritz tenía relaciones: ha encontrado sus cartas y quiere batirse. Fritz acepta el duelo y queda en el terreno. Tres días más tarde Theodor, vestido de luto, va a anunciar a Christine la muerte de Fritz. La revelación de Theodor anonada a la muchacha. Comprende que ha sido para Fritz sólo un juego, un amorío, mientras que para ella era el amor. Entonces, desesperada, acude a su tumba. El padre intuye: «No volverá más; no volverá nunca más». Por primera vez Schnitzler se inspira en el mundo de la pequeña burguesía vienesa que había de depararle algunos de sus más vivos y conmovedores personajes; en contacto con aquel otro mundo de la frivolidad, de las elegancias, de las pasiones artificiosas con que se juega sin creer en ellas, y mientras se juega, a menudo inconscientemente, se crea la tragedia propia y de los demás. El drama, en su tono sencillo, tiene acentos conmovedores y una vitalidad humilde pero resistente.
B. Allason