[Ultimo canto di Saffo]. Poema de Giacomo Leopardi (1798-1837), compuesto en mayo de 1822 y publicado con otras canciones en Bolonia, en 1824. La estructura de este canto aparentemente reflexivo es completamente poética. El verso, aunque con cierta rapidez romántica, tiene una suprema pureza de acento. El desarrollo de los ritmos es dúctil y vario.
La introducción, con aquella especie de invocación a la noche, que partiendo del estado de ánimo de la heroína crea el paisaje adecuado, es uno de los mejores logros de Leopardi. Nace así un idilio, ensombrecido por la idea de la muerte, sobre los más queridos sentimientos del mundo natural, tanto más queridos cuanto que se contemplan por última vez, y ya no se gozarán o sufrirán nunca jamás. También la desesperada filosofía pierde aquí todo acento polémico, y llega a ser tan sólo un sentimiento de la más profunda humanidad leopardiana.
Escribió Leopardi en una nota: «En este canto se sigue la tradición vulgar sobre los amores infelices de la poetisa Safo, aunque Visconti y otros críticos modernos distinguen dos Safos: una famosa por su lira, y la otra por su desdichado amor por Faón; aquélla contemporánea de Alceo, y ésta más moderna». Y en otra parte: «El último canto de Safo quiere representar la infelicidad de un alma delicada, tierna, sensitiva, noble y cálida, puesta en un cuerpo feo y joven; tema tan difícil, que no consigo recordar, ni entre los antiguos ni entre los modernos, a ningún escritor famoso que osara tratarlo, aparte la señora de Stáel, que lo expone en una carta al principio de Delfina, aunque de manera completamente distinta».
F. Flora