Uli el aparcero, Jeremias Gotthelf

Gotthelf dio una continuación a su no­vela con Uli el aparcero [Uli der Pächter], publicada en Soleure en 1849. Esta conti­nuación se diferencia especialmente en el tono y en el estilo, que de familiar y dia­lectal pasa a ser literario. Seguimos a Uli en su nueva suerte.

Su presente responsa­bilidad, y especialmente el pequeño capital que ha llegado a ahorrar acentúan su ava­ricia, que ahora tiene consecuencias nefas­tas. Se hace injusto y casi cruel con sus criados; llega a estafar a otro campesino y a ganar el pleito. Pero la maldición del po­bre, reducido a la miseria, se hace reali­dad; una tormenta estropea la cosecha a Uli, que cae enfermo de gravedad, y pre­siente su próxima ruina. Se salva, empero, milagrosamente por la intervención de Hagelhans, raro personaje que tiene fama de hombre satánico. Éste compra las tierras de los herederos de Joggele, también arruina­dos, y las arrienda a Uli con muchas facili­dades, descubriéndose al fin que es el pa­dre de Breneli. Dominan en esta novela las figuras de las mujeres Breneli y la anciana Joggele, que con su tenaz trabajo, su sen­tido común y su magnífica aceptación de las fatigas cotidianas, representan la bondad del mundo y la serenidad que da la sencilla fe en el Padre que está en el cielo y la tie­rra, presente y justo.

Los buenos, en efecto, tienen en la novela su premio y los malos la posibilidad de arrepentirse. Todavía más que Uli el criado, esta novela continúa la tradición moral-religiosa suiza, aunque sin la intención pedagógica de un Leonardo y Gertrudis (v.), pero sí con su profundo amor humano.

G. F. Ajroldi