Turcaret, Alain René Lesage

Comedia en cinco actos de Alain René Lesage (1668-1747), estrenada en 1709. Turcaret, ex camarero, ex usu­rero enriquecido haciendo de recaudador de impuestos, llegado al ápice de su po­der financiero, se avergüenza de su mujer, con la que se casó en la pobreza, y pagán­dole una pequeña renta la tiene apartada en el campo, mientras él en París se da a la buena vida y se hace pasar por soltero cerca de una llamada baronesa, de la que está enamorado apasionadamente y por la que se deja tranquilamente desplumar.

La noble dama acepta y provoca sus regalos para honrar con ellos a un cierto caballero de industria, su amante del corazón; entre tanto, el criado del caballero, Frontino, una de las figuras más reales de la comedia, ayuda a la baronesa a robar a Turcaret, al. caballero a robar a la baronesa, y a su vez arrambla cuanto puede a su digno señor. Turcaret, hechizado por la baronesa, se ve arrastrado a robar de modo tan descarado y manifiesto, que es acusado, arrestado y puesto en prisión. Frontino, cuando Turca­ret es llevado camino del presidio, exclama: «Ha terminado el reinado del señor Turcaret; ¡ahora comienza el mío!». En esta triste comedia, en que no aparece un solo perso­naje honrado, hay como un lejano presen­timiento del estado de ánimo que llevará a la revolución; las palabras de Frontino nos lo advierten. Está fuera de duda que Beaumarchais, al crear su Fígaro (v.), tuvo muy presente esta figura del criado, inteli­gente y astuto, cínico e interesado, y que Fígaro es un descendiente, refinado y per­feccionado, del pícaro Frontino.

Turcaret se nos presenta como la primera obra tea­tral dominada por aquel realismo que muy pronto dominará una parte considerable del teatro francés. El protagonista, incons­cientemente malvado, ofrece algún rasgo que llamaremos balzaquiano; la obra tiene ro­bustez y concentración clásicas.

G. Alloisio

Es a la vez una comedia de caracteres y una página de historia de las costumbres, como el Tartufo. (Sainte-Beuve)