Tres Noches, Hermann Stehr

[Drei Nächte]. Novela de Hermann Stehr (1864-1939), publicada en 1909. Un abuelo entusiasmado con las ideas de la Revolución francesa y muerto en un choque con las milicias regulares prusianas; una abuela que más allá de la tumba es inexorable con los que mataron a su ma­rido; un padre también animado de ideas renovadoras que es condenado al ostracismo por sus conciudadanos (como en Dios sepul­tado, v., y en todas las restantes obras de Stehr, la acción tiene lugar en una pequeña ciudad de Silesia, donde un oscurantismo opresor mantiene abrumadas a las almas, y la miseria clava a los tejedores a sus tela­res).

En este sombrío ambiente familiar, re­belde y conservador a la vez, se desarrolla la infancia y la adolescencia de Franz Fa- ber; pero la prueba más difícil le aguarda en el Seminario Magistral, gobernado por el espíritu conservador de los teólogos protes­tantes, que hacen pagar al hijo la fama de socialdemócrata del padre, y le privan, a pesar de su ingenio vivaz y de su tenaz vo­luntad de estudio, de todas las becas, hacien­do durísima la vida a él y a sus infelices padres. Dos únicos rayos de luz brillan en la joven vida desgraciada: el amor de la rubia Wally y la amistad de un misterioso viejo de ochenta años, que vive en una casita entre parterres de flores que cuida con cariño y una biblioteca de obras filosó­ficas. En la sabiduría y bondad del viejo encuentra Faber su alivio y su luz; las tinieblas desaparecen; por fin se abre de­lante de él un camino de libre y sano pensamiento.

Esto, por otro lado, hace toda­vía más difícil su vida en el seminario; no ceja, sin embargo, ya que quiere levantar a sus padres de la miseria a la que los condenó el ostracismo de sus conciudada­nos. Pero al final todo se precipita: el viejo filósofo muere abrasado en su casa; su pa­dre muere de un ataque apoplético; su madre, enloquecida, se arroja por una ven­tana y su novia le deja por otro hombre. Al final Faber vive en un pueblecito, como maestro, sin contactos con sus colegas y las familias del lugar. Rechaza un nuevo cariño que florece junto a él; luego sale en busca de libertad. Hay en la novela páginas de rara belleza; los caracteres están perfilados con vigor; nos demuestra poseer una exqui­sita sensibilidad frente a la naturaleza y el paisaje; pero en la uniformidad de aquel mundo sombrío y desesperado siente uno que falta aire; y a veces la misma fantasía del poeta queda ahogada.

B. Allason