Tres Ballenas, Pantelejmon Sergeevič Romanov

[Tri kità]. Colección de cuentos del autor ruso Pantelejmon Sergeevič Romanov (1884-1938), publicada en 1926. Este escritor, uno de los mayores ex­ponentes del «naturalismo social», acostum­bra conducir sus cuentos como si fueran «reportajes», ilustrando con escenas de ca­racterística vivacidad las nuevas relaciones sociales que brotaron de la Revolución.

Y ello con una evidente predilección por la vida del campo, que conoce bien. Romanov observa que en el antiguo coro campesino se oyen voces nuevas, aunque la base sigue siendo la de la novela Del diario campe­sino (v.) de Gleb Uspenskij: codicia, agudo sentido de la propiedad, deseo de trabajar poco. El campesino de 1924 sigue siendo el mismo de 1861: desahogó sus peores instintos en el período de sangre que acompañó a la Revolución, y ahora trata de adaptar sus costumbres y su utilidad a las nuevas ideas llegadas de la ciudad y que han conquistado a los más jóvenes moradores de la aldea. Así en el cuento «Tres ballenas», tres cam­pesinos nombrados para presidir el «Soviet» local perfilan de un modo humorístico algu­nos aspectos de la vida política de los cam­pos: Nikolaj, el zapatero, hace grandiosos planes para la reconstrucción de su aldea; Stepan habla siempre de bondad e igualdad y por bondad permite que se «nacionalice» una parte de la casa del «señor», por bon­dad permite más tarde que éste acabe que­dándose completamente con ella y así, por querer a todos, acaba por hacerse odiar por todo el mundo; el tercer jerarca es un ten­dero cuya actividad social se desarrolla únicamente en favor de su propio bolsillo.

En el cuento «Los pescadores», los campe­sinos saquean los bienes del «señor» y lue­go, teniendo que entregarlo todo a la co­munidad, y en definitiva al funcionario del Estado, prefieren tirarlo todo al estanque. En «Humo», una orgía campesina, que ter­mina con la embriaguez no solamente de todos los hombres, sino también de las va­cas y cerdos, está descrita de una manera casi épica. Gran parte de los cuentos se basa en el diálogo, un diálogo de crudo y pintoresco sabor, sabiamente orquestado, que atestigua claramente las notables cali­dades dramáticas y la viva originalidad del escritor.

G. Kraisky