Trece Tilos, Friedrich Wilhelm Weber

[Dreizehnlinden]. Es un breve poema, publicado en 1878, de Friedrich Wilhelm Weber (1813-1894), poeta alemán además de médico de profunda y benigna humanidad.

Tiene como fondo his­tórico las últimas luchas entre Sajonia y Franconia, entre Paganismo y Cristianismo; sin embargo, los acontecimientos resultan libremente inventados por el poeta, que quería representar la conciliación de las dos estirpes alemanas. La época es la de Luis el Piadoso, hijo de Carlomagno; el teatro de la acción es Westfalia, patria del poeta, y más concretamente el distrito del río Nethe. Trece tilos es el pseudónimo que da el poeta al famoso convento Corvey de los benedictinos; la vida monástica está des­crita de una manera admirable, y el capítu­lo «El matutino», con el retrato de diferentes tipos de monjes, es una pequeña obra maestra. Sin embargo, el verdadero héroe es Elmar, joven y noble señor del castillo Habichtshof, que, a pesar de ser rígida­mente sajón y pagano, se enamora de la suave y cristiana Ildegonda, hija del gaugravio de Franconia.

Éste gobierna sabia­mente su distrito, aunque no puede com­prender la mentalidad sajona, y ve con malos ojos la simpatía que siente su hija por el pagano Elmar, tanto más cuanto que a su mano aspira el mensajero del rey, Gerón. Éste durante la fiesta de la cosecha en el castillo del gaugravio, en Bodinkthorbe, ofende a Elmar, que reacciona y debe abandonar la sala del banquete; por la noche la sala arde, y Elmar, después de salvar a Ildegonda y su padre, es acusado por Gerón de haber provocado el incendio. Mientras Elmar, condenado al destierro, cabalga por las selvas, es alcanzado, a ins­tigación de Gerón, por una flecha envene­nada. Un monje acude y lo lleva al convento de los Trece Tilos, donde le acoge y cura el abad francón, Warin. Las sabias doctrinas del prior sajón Markwald acaban venciendo sus íntimos conflictos y le convierten al Cristianismo.

Entretanto, por la confesión de un anciano vagabundo que agoniza, el gaugravio se entera de que éste había sido el autor del incendio y que Elmar era ino­cente; desesperado, confía sus cuitas al an­ciano Eschenburger, quien va a la corte del rey Luis en Aquisgrán para que revoque la condena, y Elmar puede entrar solemne­mente en Bodinkthorbe, donde se casa con Ildegonda. De esta manera se reconcilian las dos estirpes alemanas enemigas. El poe­ma es rico en escenas vigorosas y pone de manifiesto una gran habilidad en la composición de las estrofas, cuartetas de tetrápodos trocaicos, de los cuales el se­gundo rima con el cuarto; también se em­plea hábilmente la aliteración. Es la única obra valiosa de Weber, que le hizo repen­tinamente célebre.

C. Baseggio-E. Rosenfeld