Tratado del Arte de la Pintura, Gian Paolo Lomazzo

[Trattato dell’arte della pittura]. Obra del pintor milanés Gian Paolo Lomazzo (1538- 1600), publicada en Milán en 1584. Es el mayor tratado sobre aquel tema publicado durante el Manierismo, período del siglo XVI que tendía a recompensar el dualis­mo que había aparecido en la pintura después de Leonardo, en un lenguaje en que el intelectualismo de la forma se con­ciba con el del color.

Manierista fue tam­bién en el arte el autor, antes de que la ceguera le apartase del ejercicio de la pintura. La obra está subdividida en siete libros, el primero de los cuales trata de las proporciones del cuerpo humano y de los órdenes arquitectónicos; el segundo, de los movimientos, o sea de las pasiones; el ter­cero, de los colores; el cuarto, de la luz y de la sombra; el quinto, de la perspectiva lineal. El libro siguiente tiene por materia la aplicación práctica de las reglas expues­tas anteriormente: se enseña en él entre otras cosas, con minuciosidad, qué pinturas convienen a los distintos lugares, como palacios, iglesias, jardines, sepulcros; de qué modo se deben fingir escenas de alegría y de tristeza, juegos, convites, amores, batallas, naufragios y así sucesivamente. Finalmente, el último libro es un tratadito de icono­grafía que da preceptos para la representa­ción de los personajes celestiales, de las divinidades mitológicas y de otros asuntos.

Los cinco primeros libros elaboran, a me­nudo con pedantesca prolijidad y con el poderoso acento intelectualista propio de los numerosos tratados sobre el arte con­temporáneo, doctrinas estéticas del Rena­cimiento en las cuales encontramos fre­cuentes asomos del misticismo y del alegorismo medievales; son característicos a este respecto los pasajes sobre el significado simbólico de los colores y sobre la esencia de la luz. En general, el pensamiento de Lomazzo oscila entre observaciones empíricas y abstracciones conceptuales, con es­casa referencia a frecuentes problemas de estilo, como no sea en indicaciones disper­sas, como la alusión a la forma «serpentinada» de las figuras de origen miguelangelesco. Las preferencias artísticas del escritor resaltan mejor en la parte prác­tica del libro: aunque él en realidad for­mule un programa ecléctico, la importancia que atribuye a los movimientos y a la luz, refleja su educación lombarda y el culto por Leonardo; con todo aprecia también a Miguel Ángel, Rafael, Ticiano y los ve­necianos, en general, pero estos últimos no cree que deban tomarse por modelo; re­vela algún conocimiento del arte alemán y flamenco.

Pero son notables sobre todo las noticias sobre el ambiente artístico milanés, al cual está muy orgulloso de pertene­cer. La obra, de la que el propio Lomazzo dio en 1590 una especie de compendio, La idea del templo de la pintura, tuvo extensa e inmediata fortuna; pronto fue traducida a varias lenguas.

G. A. Déll’Acqua

La mayor importancia de la obra de Lo­mazzo consiste precisamente en haber siste­matizado de esta manera los elementos de la forma abstracta. Lomazzo aspira a la espe­culación filosófica y distingue el arte y la teoría del arte. Alberti y Leonardo dan normas a los artistas para que pinten, Lo­mazzo tiende a legitimar lo que los artistas han hecho. Por esto los elementos abstractos de forma y de color ya no son elementos técnicos de trabajo para los artistas, sino normas de interpretación para los críticos. Se puede, pues, admitir que Lomazzo es un precursor de la moderna ciencia del arte alemán.  (L. Venturi)