Tratado de Retórica, Hermógenes de Tarso

Colección de escritos para la com­pleta preparación del orador, probablemente recopilados en el orden tradicional por el autor, Hermógenes de Tarso (segunda mitad del siglo II d. de C.).

Comprende: los Ejer­cicios preparatorios, obra bastante modesta, cuya atribución a Her­mógenes es discutible; Sobre la constitu­ción de la$ causas judiciales; Sobre las clases del estilo, en dos libros, siendo el escrito más importante de toda la colección; Sobre la invención, en cuatro libros. El autor prescinde de toda conside­ración filosófica, convencido de que la retó­rica ha de ser por completo independiente: por eso ignora a Aristóteles, y no recurre a la obra de ningún filósofo que se haya ocupado de esta materia. Distingue dos tipos de elocuencia: política y panegírica, y establece para ambos tipos modelos que imitar: para el primero los discursos de los Áticos y de Critias; para el segundo las obras de Platón, Jenofonte, Herodoto y Hecateo. Pero los mayores oradores en ambos géneros son respectivamente Demóstenes y Platón, que descienden a su vez de una misma fuente, Homero; Demóstenes está considerado como el más grande de todos los oradores, y parece que Hermógenes ha dedicado obras particulares al estudio de su estilo.

En el tratado Sobre las clases de estilo, que es el más importante y original, Hermógenes sigue a Teofrasto en el sistema de analizar las figuras en particular y luego su fusión, mirando a la obtención de la má­xima pericia en el decir, siste­ma puesto en vigor por él y seguido más tarde por las escuelas; en un breve tratado inacabado, son analizados bastante superficialmente los pro­cedimientos estilísticos de los mayores ora­dores, exceptuando a Demóstenes. En el li­bro primero del De inventione trata de los exordios o poemas, a los que da grandí­sima importancia; en el segundo trata de las narraciones; en el tercero, de las pruebas; en el cuarto, del estilo. Las fuentes principa­les de Hermógenes son Hermágoras, para el tratado Sobre la constitución de las causas, y Teofrasto. Su estilo es sencillo y sin pre­tensiones; la obra, que pasó inadvertida en su tiempo, se convirtió, a partir del si­glo IV, en fundamental para las escuelas, y continuó predominando durante la época bizantina.

C. Schick