Poderosa como todas las demás de su vida, y en algunos aspectos muy original, es la actividad de traductor de Roberto Grosseteste (1175 aprox.-1253), el obispo anglosajón de Lincoln, sabio de cultura vastísima. Por medio de su pasión de filólogo preciso e infatigable la Inglaterra del siglo XIII aprendió a amar nuevamente los estudios clásicos, y de manera muy particular la lengua griega.
Del examen cuidadoso de sus traducciones en latín resulta verdaderamente que debió de conocer el griego a la perfección, aunque por un prejuicio y criterio propio suyo prefirió mantener ante el original una fidelidad extremadamente rigurosa, en perjuicio a veces de la sintaxis y de la elegancia del estilo, pero nunca de la inteligencia del texto, como en cambio hallamos a veces en otros traductores medievales famosos. A pesar de ello son absolutamente característicos y de mucho interés sus prólogos, sus comentarios y, por otra parte, las nótulas o glosas («notulae») que acompañan sus versiones, todo ello provechoso para ilustrar el contenido de la obra, pero además de carácter filológico; ello revela la amorosa y obstinada rebusca del texto más exacto posible, de un severo aunque benévolo cotejo de las traducciones precedentes, de un constante y vigilante estudio de la palabra en todas sus acepciones. De Grecia y de Italia (de la meridional) había mandado traer, como lo atestigua Rogerio Bacon, códices griegos y gramáticas; y había llamado junto a sí a griegos e italianos de lengua griega como colaboradores bajo su dirección. Esta actividad de Grosseteste parece deber colocarse, observando la cronología aproximativa de las traducciones, entre 1235 y 1253, en los años de su episcopado.
Las versiones de que tenemos positiva información son: las Epístolas de S. Ignacio de Antioquía, de un códice perteneciente a una redacción no común; las obras del pseudo Dionisio Areopagita; los Escolios de San Máximo a los escritos del pseudo Dionisio Areopagita, traducidos por Roberto sin saber quién era su autor, junto con las citadas obras pseudodionisianas; el De orthodoxa fide y el De hymno Trisagio de San Juan Damasceno; los anónimos Testamenta XII Patriarcarum; el anónimo De vita monachorum, extractos más que traducciones de la obrita entera; la Ética (v.) de Aristóteles, de influjo vastísimo en la escolástica, y los Comentarios a ella de Eustacio, Miguel de Éfeso, Aspasio y el Anónimo; el Del cielo (v.) de Aristóteles, parcialmente traducido; los pseudoaristotélicos virtutibus et vitiis y De invisibilibus lineis; los extractos del Léxico de Suidas (v.), del cuat. quizás él solo, en el siglo XIII y en el occidente latino, pudo obtener una copia.
G. Billanovich