[Love’s labours lost]. Comedia en cinco actos en verso y prosa de William Shakespeare (1564- 1616), escrita hacia el 1595, publicada in- quarto en 1598 e in-folio el año 1623.
Si Shakespeare no se inspiró en otro drama precedente, pudo ser informado por algún viajero inglés o francés del acontecimiento histórico bosquejado en el drama: la visita hecha a Enrique IV, en Nérac, en 1578, por parte de Margarita de Valois, su esposa, princesa de Francia. El rey de Navarra y tres de sus caballeros, Biron, Longaville y Dumain, han jurado no querer ver a ninguna mujer durante tres años y vivir una secreta vida de estudio y de sobriedad. La llegada de la princesa de Francia con una embajada para recobrar la Aquitania para el rey de Francia, su padre, obliga a los profesos a infringir sus votos consintiendo en recibir a la princesa y a sus damas, Rosalinda (Rosaline), María y Catalina (Katharine); las damas, sin embargo, no son alojadas en la corte sino que deben alojarse fuera. Al conocerla, el rey de Navarra se enamora de la princesa, y sus compañeros, de sus damas; todos ellos, dominados por la vergüenza, se espían mutuamente.
En un lugar del parque desahogan en voz alta sus pasiones leyendo cantos de amor que se han sentido inspirados a escribir; Longaville descubre al cantor Dumain mientras éste le amonesta, y el rey, que estaba escondido allí cerca, se presenta para amonestar de la misma culpa a Longaville, hasta que Biron (v.), el chistoso del grupo, que ha oído los cantos de todos ellos, se presenta para desenmascarar al propio rey y es desenmascarado a su vez a causa del descubrimiento de una carta amorosa a Rosaline; pero sale de apuros probando la locura del voto infringido (locura que ya había hecho notar en el momento solemne del juramento), e invitando a sus amigos a militar bajo el pabellón del amor. Los amantes deciden disfrazarse de rusos para hacer sus respectivas declaraciones, pero las damas, que se han enterado de ello, se disfrazan también, trocando las prendas de amor recibidas, de manera que los adoradores se quedan desilusionados y burlados.
Pero a pesar de ello vuelven a la carga con su verdadera personalidad, hasta que el anuncio de la muerte del rey de Francia obliga a la princesa a partir precipitadamente. Las bellas imponen a sus respectivos amantes un año de penitencia después del cual la princesa promete corresponder a la seria pasión del rey. A esta endeble trama central se entretejen la rústica intriga amorosa Id el campesino Calabaza (Costard) por la aldeanita Jacobita (Jaquenetta), y la corte galante que hace a ésta el «fantástico» español don Adriano de Armado (v.), parodia de aquella misma pasión amorosa que agita las almas de los grandes, incluso hasta en la misma decisión final: el voto de Armado de hacerse labrador durante tres años por/amor a Jacobita. Van alternándose las escenas de añagazas galantes, de líricos deliquios y de situaciones grotescas, estas últimas provocadas por los caracteres burlescos modelados sobre las máscaras de la comedia del arte: además de Armado, del «Capitán», y del «villano» Calabaza, hay el ¿pedante» Holofernes (v.), el «parásito» sir Nataniel (sir Nathaniel), el payaso Bolilla (Moth), paje de Armado. Estos personajes se reúnen en un desfile de héroes (Worthies), en el que Calabaza debe hacer el papel de Pompeyo, sir Nataniel el de Alejandro, etc.: y así la galante sociedad de damas y caballeros se divierte a su costa, en una escena que es un claro anticipo del «auto» de Píramo y Tisbe del Sueño de una noche de verano (v.).
Da fin al drama la deliciosa poesía lírica sobre la controversia de la primavera (el canto del cuclillo) y del invierno (el canto del búho): «Cuando las multicolores margaritas y las azules violetas…» [«When daisies pied and violets blue»l, «Cuando los carámbanos cuelgan del muro…» [«When icicles hang by the wall»]. Todo el sabor de la obra reside en su brío y en el fuego graneado de sus ocurrencias que dejan sin respiración al lector moderno que se halle capacitado para seguirlas (a menudo se necesitan muchos comentarios para llegar a comprenderlas). Pero aunque la obra refleje un gusto distinto del nuestro, posee un delicado encanto al que podrían aplicarse los versos de Baudelaire a propósito de Watteau (en la poesía «Los faros»): «carnaval donde corazones ilustres deambulan llameando como mariposas…». Torneo de ingenio y mascarada grotesca, Trabajos de amor perdidos perfila temas que el Shakespeare más maduro tratará con consumada maestría. [Trad. española de Luis Astrana Marín en Obras completas (Madrid, 1930; 10.a edición, 1951)].
M. Traz