[Testamentum seu Stentamentum Zajpharini]. Obra de un tal Zaffarino, juglar del siglo XIV, vecino de Bolonia; es una improvisación burda, de lenguaje híbrido y frío, de caprichosa métrica, en resumen, un confuso juego juglaresco que no carece, de tarde en tarde, de cierta gracia plebeya.
Zaffarino es un pobre hombre que entona sus versos ante el vulgo, seguro de ser comprendido por sus fáciles bufonerías, juegos verbales y frecuentes alusiones. Su «testamentum» es un claro testimonio de su «stentamentum»: dolores, miserias, desgracias. Este testamento en el que deja sus legados extravagantes, lo escribió Zaffarino, según afirma, en la prisión de Bolonia; trátese de vergüenza o de desgracia, sea verdad o no, la triste ocasión sólo le dicta una sarta de ocurrencias extravagantes: recordar en este momento a Villon sólo puede significar la evocación, por contraste, del nombre de un verdadero poeta entre los que cultivaron este género de la poesía popular o populachera.
Pero merece recordarse la composición de Zaffarino, porque en la literatura italiana su «obra» del testamento (que se inicia con el nombre del diablo: «Noi diremo al nome del bello Dardinello») es, quizás, el primer ejemplo del género y en todo caso constituye un documento muy curioso e interesante en la historia de la poesía juglaresca que floreció en la Italia septentrional a lo largo del siglo XIV.
F. Antonicelli