[Theory of Sound]. Obra en dos volúmenes de John William Strutt, Lord Rayleigh (1842-1919), publicada en 1877-1878.
Los trabajos de acústica de este eminente físico, que se ha distinguido en los estudios sobre la óptica (v. Investigaciones ópticas), se hallan publicados en memorias presentadas a varias academias científicas y fueron reunidos en esta obra del mismo autor. Son de notar sus investigaciones acerca de la propagación de una onda plana en un medio anisótropo, donde, de conformidad con una idea de Rankine, la energía cinética del medio se supone anisótropa. («Phil. Mag.» 1871 «Se. Papers», 1890); discusión teórica acerca de la intensidad del sonido con la distancia («Phil. Mag.», 1899). En cuanto a la presión ejercida por las vibraciones sonoras, cuando éstas encuentran la superficie de un cuerpo, él mostró que esta presión es proporcionada por el cociente del doble de la cantidad de energía incidente por la velocidad de propagación («Phil. Mag.», 1822, 1902).
Estudiando la sensibilidad de las corrientes de gas y de las llamas (llamas manométricas y sensibles) halló que la causa del fenómeno debe ser buscada en los movimientos transversales de estas corrientes o de estas llamas («Phil. Mag.», 1879). Al desarrollar la teoría de la refracción del sonido y la forma de los rayos, en una atmósfera heterogénea, halló que el rayo sonoro es una catenaria; y pasando a los fenómenos de difracción por medio de llamas sonoras estudió la difracción producida por un orificio; usando después como pantalla una plancha de zinc en la que se han abierto anillos concéntricos, comprobó que más allá de la fuente sonora existía un punto en el cual el efecto de la fuente era mayor que en ausencia de la pantalla, y esto ocurría cuando se satisfacía la conocida relación entre la diferencia de las vías acústicas y la longitud de onda del sonido («Nature», 1888, «Phil. Mag.», 1897, «Se. Pagers», 1897, «Phil. Trans.», 1904). Rayleigh efectuó también un trabajo interesantísimo acerca de la magnitud de la amplitud en los sonidos muy débiles, llegando a la conclusión de que un sonido es todavía perceptible sin esfuerzo particular cuando su amplitud es menor de una millonésima de milímetro.
P. Pagnini