Teoría de los Períodos Políticos, Giuseppe Ferrari

[Teoría dei periodi politici]. Obra histórica de Giuseppe Ferrari (1812-1876), en que el autor quiso condensar los resultados de su larga carrera de estudioso. Se publicó en 1874. Un prólogo autobiográfico explica la génesis de la obra.

Habiendo partido de Italia, como exilado voluntario, en 1838, para establecerse en Francia, en la Francia revolucionaria había puesto sus mayores esperanzas y confiaba en el triunfo de ésta para regresar a Italia. Pero entre 1840 y 1848 el movimiento para la independencia italiana resultó neogüelfo y, por tanto, en su esencia, tomó una actitud anturevolucio­naria. Y también la revolución de Francia de 1848 dio paso, al poco tiempo, a un régimen autoritario conservador. Estas ex­periencias personales de Ferrari le empu­jaron hacia una evolución definitiva de su pensamiento. Partiendo del estudio de Giovan Battista Vico y de la filosofía idealista alemana de principios del siglo XIX, Fer­rari se adhirió más tarde al movimiento filosófico positivista, que fue extendiéndose hacia la mitad del siglo; sin abandonar, por otro lado, algunos resultados de su especulación anterior.

Retuvo, especialmen­te, la teoría de Vico de los «cursos y re­cursos» de la historia (v. Ciencia nueva), aunque interpretándola de un modo com­pletamente mecanicista, que desde cierto punto de vista correspondía a las conclu­siones escépticas y fatalistas a que había llegado a través de las desilusiones políticas de 1848, en Europa y, de un modo particu­lar, en Italia. Negando en la historia tanto la intervención de la Providencia, de la que parte Vico, como la acción del pensamiento y de la voluntad de los hombres, Ferrari trata de encontrar una ley rigurosamente mecánica para determinar matemáticamente las eternas e inmutables oscilaciones pen­dulares de la historia: « ¿Es posible aplicar a las grandes vicisitudes esa proporción periódica y circular que determina el curso ordinario de las cosas?».

Le pareció encon­trar la respuesta en la teoría de las genera­ciones: «La generación será el primer ele­mento de todo retorno; como el sol naciente sigue siendo siempre lo mismo, repite con­tinuamente el mismo drama en todas las épocas, con todas las civilizaciones. Su pri­mera condición política es la de estar formada por hombres que nacen, viven y mueren en los mismos años y, amigos o ene­migos, pertenecen a la misma sociedad». La duración de una generación, como pro­medio, es de 31 años y tres meses ( obsérvese el extraño escrúpulo de exactitud aritméti­ca); cuatro generaciones forman un perío­do); cada generación se repite en cada pe­ríodo; cada período se repite en la historia general: «Todas las veces que se examina un intervalo de 125 años se encuentra un prin­cipio que faltaba en el punto de partida y que resulta al final incontestable; las cua­tro generaciones forman un todo, según su misión, y el trabajo de crítica se reduce a descubrir dónde empiezan y dónde acaban los años del período».

El movimiento de las generaciones ocurre continuamente en cada período: generación de las preparaciones; de las explosiones (es decir revoluciones); de las reacciones; de las soluciones. Así eternamente rueda la historia humana como una rueda de molino.

La historia de tal forma concebida nos dice lo que hay de se­mejante y repetido en el correr de los siglos, lo que hay de genéricamente humano; es, en cambio, muda sobre todo lo que en ella sólo ocurrió una vez para no repetirse jamás, todo lo que hay en ella de especí­fico y característico; es decir, la contribu­ción, no del género humano, sino de las individualidades específicas, por las que cada período histórico, cada acontecimiento, reciben su fisonomía fijada e intransformable. La historia, tal como la concibe Ferrari, es incapaz de explicar, por ejemplo, por qué Alejandro, César, Napoleón, pertene­ciendo los tres a una misma categoría de generaciones, fueron tan distintos entre sí y produjeron resultados tan distintos en sus respectivas zonas de irradiación. A pesar de esta grave incomprensión de la historia viva, el esquema doctrinario de Ferrari tuvo cierta influencia en la ciencia sociológica, contribuyendo a establecer el concepto de generaciones, que entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX tuvo amplios des­arrollos y aplicaciones, especialmente entre los sociólogos franceses y el italiano Wilfredo Pareto.

M. Vinciguerra