[Os sonetos completos]. En 1861, en el prólogo de una primera y breve colección (Sonetos de An- tero), Antero de Quental (1842-1891) declaraba que el soneto es la forma poética más perfecta y anunciaba su intención de llevarla nuevamente a la tradición de Camóes. Y en efecto, el soneto llegó a ser su forma preferida y asumió con él cadencias nuevas en la literatura portuguesa. Hay sonetos ya en las Odas modernas, Primaveras románticas (v.) y Rayos de extincta luz. Pero los mejores y más numerosos se hallan en el volumen Os sonetos completos, publicado en 1881. También en estas composiciones Quental, rechazando la poesía como efusión sentimental o arabesco de formas y colores, busca sus temas en los complejos aspectos de la vida, los problemas sociales y la naturaleza, interpretada de un modo filosófico. Levantando la bandera del nuevo milenarismo socialista, canta la vida febril de la ciudad, las miserias de los desheredados que mueren sacrificados a la soberbia de los príncipes y la codicia devoradora de la burguesía liberal y cristiana, los anhelos del espíritu ante el desmoronamiento de toda creencia, y las esperanzas y desengaños provocados por la ciencia. Poesía intelectualista, que programáticamente acepta la reducción hegeliana del arte a la filosofía, aunque sin sacrificar por completo el uno a la otra. Su instinto de poeta le hace mantener lo comprensible constantemente en función de lo sensible, y su socialismo conserva en el fondo una invencible necesidad de religiosidad. En efecto, sus más hermosos sonetos son los que se alzan como una plegaria de su atormentado corazón, sediento de fe y amor: «Na máo de Deus, na sua máo direita…», «Alí onde o mar quebra…», etc. Pero incluso cuando la intelección queda fría y discursiva, hay siempre en Quental un seguro dominio formal, que da al soneto una escultural perfección en la que el pensamiento se encierra como en una coraza.