Franz Schubert (1797-1828) escribió 26 sonatas para piano; algunas de ellas están incompletas y, por desgracia, otras muchas se han perdido. Las más importantes de estas sonatas fueron compuestas en 1817, 1819 y 1825. Trece años separan la primera Sonata en «mi mayor», fechada en 1815, de la última en «mi bemol», acabada en 1828. Pero durante estos trece años no varió demasiado el estilo de Schubert; permaneció fiel a la forma clásica de la sonata; su genio le impulsó a escribir las Canciones (v.); se abstiene a menudo de desarrollar los temas que inventa y yuxtapone las ideas melódicas sin explotarlas siempre hasta el fondo. El estilo de Schubert es siempre profundamente expresivo y sensible. La Sonata en «do mayor», de 1815, muestra todavía una clara influencia de Haydn y de Mozart sobre la inspiración del autor, particularmente en el «Minueto».
La Sonata en «fa sostenido menor», de 1817, es un ejemplo típico del estilo de Schubert, que prefiere abandonarse al juego de las modulaciones cambiantes sin cesar antes que extraer la substancia toda de los temas que propone. La Sonata en «la mayor», de 1825 (op. 120), es el modelo perfecto de la construcción arquitectónica adoptada por Schubert. El primer movimiento, «Allegro moderato», utiliza dos temas unidos por un puente de cuatro compases. Un breve desarrollo armónico conduce sin cesar las dos ideas a su tonalidad inicial. En el «Andante», un tema en «re mayor» da origen a una frase un poco agitada que vuelve a llevar al tema, pero en «sol mayor». Este tema es presentado una vez más en «re mayor» y de nuevo está seguido por la frase que le acompaña al principio de este movimiento. El «Allegro» está escrito en forma de rondó. Schubert recibe aquí claramente la influencia de Beethoven. La Sonata en «la menor» (1825), op. 42, da principio con una línea melódica extremadamente fluida, de limpio ritmo, que delata una emoción profunda, pero tranquila. El segundo movimiento es de carácter pastoril, de una frescura y ternura que una modulación en «menor» viene súbitamente a ensombrecer, para introducir una atmósfera de misterio y de inquietud. Después de un breve «Scherzo», la obra concluye con un «Allegro» que es un rondó de cuatro estribillos. Esta sonata debe considerarse, sin duda alguna, como la más perfecta de la obra de Schubert. Es preciso anotar también tres Sonatas para piano a cuatro manos, de las que es un modelo en su género la Sonata en «do mayor».