Sofonisba, Tito Livio

Muchas obras de este títu­lo han sido inspiradas, en todas las épocas, por la figura de la heroína cartaginesa, tal como nos la presentó por vez primera Tito Livio en una célebre página (v. Desde la fundación de Roma). Esposa del rey Sífax, aliado de los cartagineses, «fue capturada junto con su marido por los romanos, y se casó más tarde con Masinisa, aliado de Roma; pero cuando el vencedor Escipión, censurando esta boda, advierte al nuevo marido que su mujer habrá de ser llevada a Roma como presa de guerra, el mismo Masinisa ofrece a Sofonisba el veneno con que ella valientemente evita la deshonra. En el siglo XV, Jacopo Castellino escribe la primera Sofonisba, a la que sigue en 1502 la de Galeotto del Carretto (m. en 1530): dos más entre las numerosas y me­diocres elaboraciones dramáticas sobre el relato de Livio.

Al poco tiempo, Gian Giorgio Trissino (1478-1550), en 1514-15, compone una tra­gedia, Sofonisba, representada en 1556 y que llegó a ser famosa. Sofonisba, hija de Asdrúbal, se casa con Sífax, caudillo de Numidia; Masinisa, aliado de Roma, y el romano Lelio capturan a Sífax, y Masinisa, para librar a Sofonisba del cautiverio, se casa con ella secretamente. Escipión, empu­jado por los celos de Sífax, declara por mo­tivos políticos que también a Sofonisba se le debe considerar como presa de guerra. Entonces la mujer valientemente se enve­nena. Los personajes son bastante pálidos, aun cuando el argumento se prestaba a los efectos trágicos, con tantos y opuestos sen­timientos de amor y patriotismo. La figura de Sofonisba sigue viviendo en el drama a través de la dolorosa y franca poesía con que Petrarca la evocó en un famoso epi­sodio de su África (v.). El autor sigue escrupulosamente la historia de Livio, y así como observa la unidad de lugar y acción, de la misma manera introduce los coros según el estilo de los trágicos griegos, em­pleando por regla general el endecasílabo suelto llano con intención de reproducir el trímetro yámbico cataléctico de las tra­gedias clásicas. Es evidente la influencia del Alcestes (v.) de Eurípides, por la ana­logía de muchas situaciones psicológicas. En total, la Sofonisba de Trissino es fría y carece de cohesión; por esto, aunque ini­ció las tragedias italianas «regulares», o de imitación clásica, sólo tiene valor desde el punto de vista de una historia de la cultura.

C. Cordié

Cuando el saber, después de la larga no­che gótica, renovó su bella luz en el mun­do occidental, surgió Sofonisba junto con las artes; y la trágica musa lloró de nuevo sus desdichas. Con ella volvieron alma y vida a la escena italiana… de ella apren­dieron las primeras lágrimas a brotar de los ojos. (Pope)

Dio una gran fama a nuestro idioma, aunque, queriendo el autor imitar dema­siado servilmente a los clásicos, quedó muy por debajo tanto de los antiguos como de los modernos. (Parini)

Imitada en la literatura europea, resplan­dece como primera estrella en el horizonte del moderno teatro trágico. Aún en el si­glo XVIII, Pope, en su prólogo a la Sofonisba de Thompson, la recordaba con re­verencia y simpatía. (B. Croce)

Con la Sofonisba se abrió en Europa un nuevo sentido del teatro trágico; y no so­lamente el teatro francés debe a Trissino y a los otros dramaturgos italianos el es­tímulo para su aparición, sino hasta el in­glés, mucho más libre, y también el ale­mán, por no hablar del italiano que nació con Alfieri… [Sofonisba] lleva sin duda, más en la trama de las palabras que en la acción, un anhelo de poesía. (F. Flora)

*    En Francia, después de una primera Sophonisbe de Antoine de Montchrestien (15759-1621) de 1595, Jean de Mairet (1604- 1686), con su Sophonisbe, representada en 1634, inicia la tragedia regular francesa. La acción imita la de Trissino. Sofonisba, amante de Masinisa, ha de casarse con Sí- fax por voluntad de su padre. Cuando Ma­sinisa, tras derrotar a los ejércitos de Si- fax, entra vencedor en Cirta, vuelve a en­contrar a la amada reina y se casa con ella. Pero en una dramática escena Escipión re­prende ásperamente a Masinisa y le hace comprender que la gloria de Roma es supe­rior a todo interés personal, y que la nueva boda de la reina no puede hacer olvidar que ella es la viuda del peor enemigo de Roma. Masinisa simula someterse: pero Roma no tendrá más que un cadáver. Apuñala a So­fonisba y se envenena sobre su cuerpo. La tragedia de Mairet tiene una importancia capital en la historia del teatro trágico francés: orgánicamente montada, por vez primera suprime los coros (que hasta en­tonces habían conservado un papel domi­nante en la tragedia), mientras se observan rigurosamente las tres unidades aristoté­licas de tiempo, lugar y acción. Es de no­tar que Mairet, durante su estancia en Ita­lia, había conocido a Scaligero y Castelvetro, a la sazón los más dignos y fervo­rosos defensores de tales principios aristo­télicos.

G. Alloisio

*    El mismo argumento de Mairet es re­cogido por Pierre Corneille (1606-1684) con una Sophonisbe, tragedia en cinco, actos representada en París en 1663. La tra­ma es aquí enriquecida con la figura de una reina de Getulia, Elisa, prisionera de Masinisa y enamorada de él, rival por tanto de Sofonisba. La solución es la misma: Masinisa después de derrotar a Sífax ^ se casa con Sofonisba, que sin embargo rehúsa con arrogancia suplicar a Escipión que la reconozca. Y habiendo pedido a su es­poso que le ahorrara el ser conducida a Roma, él le envía el veneno. Su rival Eli­sa, al igual que el romano Lelio, la admi­ran. Sin embargo, el tradicional argumento no inspiró ninguna obra maestra al gran dramaturgo francés, aunque éste supo dar una notable fuerza viril a la inflexible ene­miga de Roma.

V. Lugli

Su concepción de la verdad dramática es racionalista más que poética. Pide a la Historia acontecimientos sorprendentes, ex­traordinarios, pero ciertos: rechaza los he­chos fantásticos e irreales que sólo pueden servir como símbolos. Quiere algo magní­fico que al mismo tiempo sea racional. (Lanson)

Lo que realmente importa no es el telar, sino la poesía que con él se tejió. (Croce)

Muchas tragedias de Corneille son, en efecto, unas comedias sublimizadas. (Schlumberger)

*    La primera obra inspirada en la heroína cartaginesa que aparece en Inglaterra es la de John Marston (15759-1634): La maravilla de las mujeres o la tragedia de Sofonisba [The Wonder of Wornen, or The Tragedie of Sophonisba], representada en 1606. El ca­rácter de Sofonisba es trazado con fuerza y habilidad; pero el resto de la tragedia es inferior al tema. Hay escenas en las que la nota trágica querida por el autor se hace visible por exceso de horror y misterio. De 1730 es la Sophonisba, primera tragedia de James Thompson (1700-1748), que no tuvo éxito. Otra Sofonisba es la de Nathaniel Lee (1655-1692), representada en 1676.

A. Camerino

*    Sophonisbe es también el título de una tragedia del alemán Daniel Lohenstein (1635-1683).

*    En 1789 se publica la Sofonisba de Vittorio Alfieri (1749-1803). Esta tragedia, más que una obra de poesía, es la manifestación práctica de la necesidad que Alfieri sentía vivamente de forjar seres superiores a la común humanidad, sublimes y ejemplares, que le aliviaran de la cotidiana vulgaridad del mundo humano. El poeta considera ade­cuado a su ambición el relato de Tito Livio sobre la muerte de Sofonisba; pero en su tragedia transforma los hechos narrados por el historiador romano en un programático certamen de generosidad, en el que parti­cipan cuatro personajes, todos igualmente magnánimos: Sofonisba, Sífax, Masinisa y Escipión. De este certamen, el momento más conmovedor y poético es aquel en que Sífax rechaza la generosa propuesta de Ma­sinisa, que le quiere salvar junto a Sofonisba, haciéndolos huir del campamento romano; ahora el rey vencido no tiene ya las ilusiones del tiempo pasado, ni los arre­batos juveniles de Masinisa, y para sí sólo aguarda la muerte, feliz de que Sofonisba pueda salvarse- Pero también Sofonisba re­chazará su salvación, prefiriendo morir, y a Masinisa no le queda más que doblegarse ante la voluntad de la mujer; las palabras altaneras y valientes de Sofonisba no tie­nen, empero, la virtud poética de las de Sífax, basadas en una sabiduría amarga y severa.

M. Fubini

La palabra no es para él un camino, sino un obstáculo en su carrera; y suprime, cor­ta, transpone, abrevia, y una palabra de más le hace sufrir. Evita las frases, las cir­cunlocuciones, los adornos, los trinos, las cantinelas; es la antítesis de Metastasio. Trata la palabra como si no fuera sonido, y le gusta lacerar los bien construidos oídos italianos. (De Sanctis)

Su drama y su estilo son los opuestos al teatro metastasiano (como observaron por vez primera, según creo, Madame de Stael y Guillermo Schlegel); y las cabaletas y arias con que se expresan sus personajes, como los de Metastasio, chirrían rechinando los dientes y con sonidos ásperos y que­brados. (B. Croce)

*    En España, en el siglo XVIII se publi­caron o representaron varias tragedias con el título de Sofonisba; recordemos la de Luciano Francisco Cornelia (1751-1812), re­presentada en 1786, y de José Joaquín Maguelo, publicada en 1784.

*    También el Romanticismo alemán quiso tratar el ya tradicional argumento con la Sophonisbe de Emanuel Geibel (1815-1884), publicada en 1868, tragedia de escaso valor.

*    Al arte musical la figura de Sofonisba inspiró muchas óperas; solamente en Ita­lia desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX se produjeron más de quince Sofonisbas. Entre éstas recordemos: la de Antonio Caldara (1670-1736), uno de los músicos de la escuela veneciana más ricos y geniales, representada en Venecia en 1708, ópera de importancia secundaria; la de Leonardo Leo (1694-1744), el fecundo operista de la escuela napolitana, contemporáneo de Pergolesi, que a menudo fue rival suyo, re­presentada en 1719 en Nápoles; la de Niccoló Jommelli (1714-1774), Bolonia, 1746, y de Tommaso Traetta (1727-1779), escrita para la Corte de Mannheim y representada en Parma en 1761, una de sus mejores óperas. Aunque sin llegar a la decidida afirmación de un nuevo gusto, la Sofonisba de Traetta se aleja del amaneramiento me­tastasiano de los numerosos compositores de aquel período. Algunas arias, como la invectiva de Sofonisba a Masinisa («Intesi, ti basti…»), alcanzan una potencia dramática libre de todo academicismo. Continúan la serie la de Antonio Buroni (1738-1797), re­presentada en Venecia en 1764; la de María Teresa Agnesi (1724-1780), Nápoles, 1771; la de Ferdinando Paer (1771-1839), Bolo­nia, 1796; la de Vincenzo Federici (1764- 1826), Turín, 1805; y por fin las de Henry Purcell (1658-1695), de Georg Gebel hijo (1709-1753), 1753; de Christoph Gluck (1714- 1787), de Christian Gottlob Neefe (1748- 1799), 1782; la obertura de August Klughardt (1847-1902).

L. Rognoni