Son tres: la primera, Sinfonía op. 21, en do menor, después de algunas ejecuciones en su patria, Noruega, se estrenó, revisada, en Berlín el año 1892; la segunda, Sinfonía, op. 83, en do mayor, se ejecutó por vez primera en Berlín, en 1907; la tercera, Sinfonía, op. 121, en fa mayor, fue estrenada en Leipzig en 1921. Christian Sinding (1856-1941) revela en estas tres obras su nacionalidad, no tanto por los elementos temáticos y rítmicos relacionados con el canto popular, tal vez más evidentes en Grieg, como por ese característico sentimiento triste y sombrío que da color a su música y del cual parece que no acierta a desprenderse nunca el autor, como puede observarse, ante todo, en la Sinfonía op. 21. En esta obra, la escritura de este músico noruego ofrece con harta dificultad los modos cordiales, abiertos y animados de Grieg. Particularmente en el aspecto rítmico, sus Sinfonías quedan más oprimidas por esa monotonía sentimental; no bastan para aportar vivacidad y luz una cierta inquietud de las modulaciones y la busca de un tono y gesto dramáticos, que con frecuencia se obtienen más por contrastes exteriores que por la íntima fuerza temática y por la audacia de la intuición. En conjunto, aparecen claras las tendencias neorrománticas de influencia wagneriana, sobre todo en la invención melódica y en la configuración armónica.
G. Graziosi