Silvestre Paradox, Pío Baroja

Esta novela de Pío Baroja (1872-1956), fechada en 1901, tiene como protagonista un fabuloso tipo de hombre perennemente inadaptado a la vida social de su tiempo, y cuyo escape lo constituyen los inventos a que se en­trega y que tienen por objeto mejorar la existencia humana. La vida de una des­venturada capa social, la de los ilusos, ha­raganes, bohemios y demás personajes in­comprensibles, desfila con riqueza de de­talles, agudeza de observaciones y relación de todas las artimañas de que se valen para sobrevivir.

Pío Baroja demuestra, co­mo siempre, su perfecto conocimiento de los seres y de las cosas; su Silvestre Paradox (v.), inventor desenfrenado, es un hombre honrado a carta cabal, cuya moral le impide la mayoría de las veces dispo­ner de lo suficiente para estar tranquilo. Aventuras mínimas, pero llenas de melan­colía, abundan en la novela. Esa terrible inclinación del insigne novelista hacia lo sórdido del mundo, le lleva también en esta ocasión a enseñarnos unos miserables bajos fondos humanos, que nos agobian y asquean irremediablemente; verdad que, a la vez, nos muestra la conducta del prota­gonista, que es capaz de renunciar a un beneficio si éste le llega a través de una indignidad. Amena e indiscutiblemente dis­traída es la lectura de Silvestre Paradox, el hombre rebelde e insatisfecho, dotado de inesperadas ternuras y aún menos espera­dos sentimentalismos.

Los numerosos per­sonajes que se mueven alrededor suyo, principalmente en Madrid, son ya de im­posible hallazgo en nuestro tiempo. Se di­ría que han pasado muchísimos más años de los que fija la fecha 1901 — año de la crea­ción del libro — hasta hoy. Un Madrid irre­conocible, denso de tipos abigarrados — de los cuales pocos han pervivido —, nos en­seña sus pésimas bodegas. El navegante Pío Baroja recorre un mundo de miserias y decepciones cuya monotonía acaba entristeciéndonos.

C. Conde