Shin Kokinwakashu o Shin Kokinshu

[El nuevo Kokinshü]. Antología oficial de poesías japonesas, la octava en orden cro­nológico de las 21 existentes (v. Kokin-shü). En 1201, el emperador Go-Toba (1184-1198), que vivía entonces en el retiro, pues había abdicado el trono, mediante una ordenanza encargó a seis miembros («yoriudo») del «Waka-do-koro» (Oficina de la poesía), res­taurada por él, que recogiesen la mejor producción poética existente en el recuerdo del hombre, excluyendo las poesías inscri­tas en las siete antologías oficiales prece­dentes, del Kokin-shü en adelante.

Los antologistas fueron: Minamoto-no-Michitomo <1171-1227), Fujiwara-no-Ariie (1155-1216), Fujiwara-no-Sadaie (1162-1241), Fujiwara no-Ietaka (1158-1237), Fujiwara-no-Masatsune (1170-1221) y el bonzo Yakuren, en el mundo Fujiwara-no-Sadanaga. Pero al año siguiente Yakuren murió y no fue susti­tuido. Después de 18 meses, los cinco pre­sentaron el resultado de sus trabajos al soberano, que sometió las poesías escogidas a una cuidada revisión personal. La pre­sentación oficial de la antología ocurrió dos años después en el palacio privado de Go- Toba, a quien la obra fue ofrecida en un magnífico ejemplar, nítidamente escrito so­bre papel especial llamado «tori-no-ko», encuadernado en un volumen recubierto de seda, e impresos encima un bambú, gru­llas, pinos y tortugas (símbolos augurales de longevidad), todo ello encerrado en un rico cofre barnizado con laca dorada. El Shin Kokinwakashü está dividido ery-20 li­bros, cuyos títulos indican los temas de las poesías recopiladas: primavera (libros 1 y 2), estío (3), otoño (4 y 5), invierno (6), congratulaciones (7), tristeza (8), separa­ción (9), viaje (10), amor (11 a 15), varia (16 a 18), deidades sintoístas (19), budis­mo (20). En total, 1.978 poesías.

En el ar­gumento y en el metro, esta antología no se diferencia de las demás, pero desde el punto de vista técnico y estilístico repre­senta, en cambio, algo verdaderamente nue­vo. La poesía atravesaba en dicha época una fase de profundo decaimiento por la preponderancia del artificio sobre la ins­piración. Los concursos poéticos («uta-awase»), manía de la época, si por un lado habían estimulado la actividad y la habi­lidad de los poetas, por el otro habían aca­bado convirtiendo la poesía en un mero pasatiempo. Preocupados por satisfacer el gusto «de los jueces para resultar vencedo­res, los poetas habían olvidado las voces del corazón y del sentimiento, y la poesía había degenerado en un virtuosismo formal y estilístico. La aparición del Shin Kokinshu fue como una llamada a los más puros ideales de este arte, y los antologistas, dotados todos ellos de gusto seguro y feliz, consiguieron crear una recopilación que ha de ser considerada como una de las mejores y más representativas expre­siones de la lírica japonesa.

M. Muccioli