Con este título primero (1877) y luego refundida y ampliada en otro libro denominado en gallego Queixumes dos pinos (1886), el poeta gallego Eduardo Pondal (1835-1917) publicó una colección de poesías que está unánimemente considerada como una de las más importantes y representativas de la literatura gallega. En ambas obras se mezclan composiciones en castellano con otras en gallego, que son la mayoría.
Pondal acertó a dar de su tierra natal de Bergantiños, solar de antiguas y puras tribus célticas, una versión ruda, viril y traspasada de honda poesía. Hace hablar a los cabos, los ríos, los bosques y los peñascos y les da nombres como personificación de antiguos héroes caídos por la independencia del país. La luna y los ritos druídicos, los bardos de barba aborrascada y hosco e iluminado mirar, los cuervos y las gaviotas, los dólmenes, los pinares, las hadas, los héroes y las doncellas son evocados al modo ossiánico y forman todo un mundo fantástico y al mismo tiempo enlazado con la tradición histórica y con una naturaleza y un paisaje muy concretos y reales. En la segunda edición, o sea, en la titulada Queixumes dos pinos, incluyó su más famosa poesía, la denominada «A campana de Anllons», melancólica balada en la cual un prisionero alejado de la tierra natal evoca desde la prisión el tañido de la campana de la iglesia y el paisaje y la naturaleza toda que la rodea.
Pondal dejó asimismo escrito un poema épico, Os Eoas [Los hijos del sol], en que presenta la epopeya del descubrimiento de América como empresa colectiva y popular; desgraciadamente Os Eoas no ha podido publicarse por la imposibilidad de desentrañar el maremágnum de notas escritas de un modo ilegible y totalmente ‘ desordenadas; el manuscrito se conserva, prácticamente inútil, en la Real Academia Gallega de La Coruña. Pondal es asimismo el autor de Os Pinos, que con música dé Pascual Veiga constituye el himno que se cantó en todas las solemnidades gallegas durante medio siglo.
G. M. Barbeito