Rimas de Lapo Gianni

Lapo Gianni, florentino, que vivió aproximadamente en­tre los últimos cuarenta años del siglo XIII y los treinta primeros del XIV, pertenece al núcleo de los «stilnovistas» menores.

De él se conserva un minúsculo cancionero, poco menos de una veintena de composi­ciones entre baladas y canciones. En la poesía de Lapo se hallan, recogidos y re­formados, los mismos temas que la poesía de Cavalcanti y Dante había establecido y que para los poetas menores asumían forma y fuerza de una nueva tradición: descrip­ción de los síntomas y efectos del amor, angustias, dolores y súplicas, elogios de la dama, etc. No son éstas las partes más felices de la poesía de Lapo: su esfuerzo por mantener una actitud lírica y reflexiva se resuelve en complicaciones temáticas y discursivas; y sobre todo en las composi­ciones de más vasta y ambiciosa estructura, el ritmo y el sentimiento raramente alcan­zan una forma llana, segura y tranquila, dominadas como están por la presencia y requerimiento del modelo. Ante esa poesía, como asimismo en la de otros poetas me­nores de la misma escuela, se tiene la sen­sación de un fondo turbio y como inexpresado, aunque en forma forzadamente refinada y entre lúcidas abstracciones ex­presivas. La poesía de Lapo queda per­fectamente caracterizada por una amplia sombra, reflejo de la poesía de Cavalcanti, y por un doloroso disfraz del sentimiento, ya que aquí el amor, en conjunto, es can­tado y sentido, no tanto como sublimación ideal y efusión de embriaguez inefable cuanto como padecimiento ciego y doloro­so.

Este motivo tiene su expresión teórica más destacada en la canción «Amor, nueva y antigua vanidad», en la que el amor se define como «vanidad», como ser «misera­ble, como una visión» que «cubre» a los hombres de «desdichas», engañosa aparien­cia de ángel bajo cuyas alas se confían las gentes, con lo que no consiguen sino pa­decer penas y angustias de todo género, arquero loco y ciego: «que eres ciego y no ves lo que haces»; y con el que el poeta, empuñando las armas de la razón y la dolorosa experiencia, se apresta a luchar en singular batalla: «no quiero que me tomes ya por un niño: / como campeón, te de­safío a duelo». Imprecisa cuando se mueve en el ámbito de los temas más ambiciosos de la escuela, la poesía de Lapo logra un tono peculiar cuando se convierte senci­llamente en poesía de la belleza femenina, sirviéndose de movimientos que encierran una gracia delicadamente estilizada. Es ca­racterística y una de las mejores produc­ciones de Lapo la canción que aborda un tema frecuente en la poesía del siglo XIII: la extravagante descripción de cosas que el poeta desearía ver o poseer, brioso alien­to de deseos: «Amor, yo quiero dominar a mi dama».

D. Mattalía

Gianni Alfani, Lapo Gianni y Dino Frescobaldi se mantienen, más que otro docu­mento, como ejemplos de la forma última e italiana de la ideología trovadoresca, que se expresa cumplidamente, a la vez que con encanto, por ejemplo, en la balada de Lapo: «Dulce es el ^pensamiento que nutre mi corazón»: (B. Croce)

El tono arrebatador de los «stilnovistas» se convierte en una discreta sonrisa y en un lenguaje más familiar. (F. Flora)