Poesías, Ludwig Uhland

[Gedichte], Colec­ción, dividida en dos partes (la primera comprende breves composiciones; la se­gunda, romanzas y baladas), publicada por el poeta alemán Ludwig Uhland (1787- 1862) por primera vez en 1806 y después,, cada vez con nuevas adiciones, en 1815, 1816 y 1817.

Esta colección de composicio­nes de un poeta que no puede llamarse lírico refleja sin embargo su historia como hombre. La primera parte, a través de pu­lidas composiciones de variado metro, evoca en nuestro espíritu delicadas visiones de los collados y los valles de Tubinga, en un aura de suave melancolía en la que el pensamiento sé vuelve a menudo hacia la muerte. A veces el poeta dibuja el perfil de un pastor solitario o evoca una dulce nostalgia de convento, como en «Capilla», en «El pastorcillo» y en el «Canto de las: monjas». Entre 1803 y 1817 su poesía tiene carácter patriótico, pero de un patriotismo local, honrado y burgués.

La «guerra de liberación», que encendió llamas de entu­siasmo, no tuvo eco en él, moderado en política. Toma la pluma para inducir a su príncipe de Würtemberg a conceder la Constitución a su pueblo, ideal por el que luchó con auténtico ardor. «El viejo buen derecho» es el título de una de sus poesías más notables en este género, en la que exalta «el derecho que emana de la ley, el que ningún capricho rompe, el que pres­cribe tributos moderados y sabe calcular bien… el que a todos deja abierto el camino que conduce al gran mundo, y que nos liga sólo por amor al suelo patrio». Estos temas burgueses y estas tendencias buro­cráticas no fueron del gusto de Goethe, que, con verdadero dolor para Uhland, lo censuró en uno de sus diálogos con Eckermann.

Más conocida e importante es la se­gunda parte de las baladas y romanzas, que empezó después de haber leído ávidamente el Cuerno maravilloso (v.) de Brentano y Arnim y de haber hecho un viaje a París en 1810, en el que se le revelaron las ma­ravillas de la Edad Media poética. Las baladas son perfectas en su sobriedad y efi­cacia épica, más vivas, más llenas de color, más fuertes y con menos morbidez que las primeras poesías. El sentido de la amistad viril por los compañeros de armas en la breve balada de los «Dos camaradas» y en «Bertrán de Born», el motivo de la mu­chacha sencilla elevada al trono en «La hija del platero», la fidelidad caballeresca en «La hijita de la hostelera», la rebelión contra el tirano en los «Tres cantos», son motivos que no han sido tomados de los labios del pueblo, como habían hecho los románticos, sino de los antiguos poemas descubiertos y estudiados.

Si Uhland carece de ímpetu lírico y de ardor en la poesía amorosa, si carece de la llama imprevista que brilla en el poeta de genio, nadie podrá, sin embargo, poner en duda que fue poeta. Conoció a fondo el arte y la ciencia del verso, y su popularidad, debida a la musi­calidad y armonía de sus composiciones poéticas y a su gran honradez de hombre culto y de artista, se puede decir que fue bien merecida. Después de 1820, con alguna rara excepción, su vena poética fue secán­dose y se dedicó por completo a los estudios filológicos y a la vida política, que le absorbieron hasta la muerte.

G. F. Ajroldi

Si Uhland gozó de tan gran popularidad, debe haber en él algo excelente. Por lo demás, de sus Poesías no puedo dar un juicio claro. Tomé el volumen con las me­jores intenciones, pero hallé en él tantas poesías débiles y poco logradas, que se me quitaron las ganas de continuar. Entonces me encaré con sus Baladas, en las que en­contré, en efecto, un talento extraordinario, de modo que vi perfectamente que su fama tiene cierto fundamento. (Goethe)