[Poesie]. Las poesías de Giuseppe Giusti (1809-1850) fueron publicadas en Lugano en 1844. La edición original más completa es la de Capolago, Imprenta Helvética, 1853; son numerosas las ediciones posteriores con comentarios y sin ellos.
En sus primeras poesías, Giusti busca aún su propia personalidad e imita servilmente a los clásicos, especialmente a Petrarca, o bien compone «scherzi» fáciles y ligeros, según el tipo de los de Guadagnoli; luego, poco a poco, su arte va recibiendo una inspiración más profunda, el estilo va haciéndose más vivo y personal, y los metros, muy variados, responden perfectamente a los distintos temas. Casi todas las poesías de Giusti son satíricas y atacan a los tiranos y policías, espías y cortesanos, aristócratas bobos y rústicos enriquecidos; a veces, como en el «Amor pacífico» [«Amor pacifico»], se advierte un acento cómico y chistoso, mientras que en otras poesías, como en «San Ambrosio» [ «Sant’Ambrogio» ], se percibe una sutil vena de humorismo.
Divulgadas manuscritas, aprendidas de memoria y más tarde impresas clandestinamente, las poesías de Giusti sirvieron para mantener vivos en los italianos el odio contra los opresores, el amor a la libertad y la pasión por la patria, todavía sometida y dividida; por ello se considera justamente a Giusti como uno de los que más contribuyeron, con la pluma, al «risorgimento» de Italia. Recordaremos las poesías principales. «La guillotina de vapor» [«La ghigliottina a vapore»] es una sátira contra los señores de Italia y especialmente contra el duque de Módena, al que le encantaría poseer, según dice el poeta, una máquina para cortar las cabezas con gran rapidez. El «Dies irae» es una satírica necrología de Francisco I, emperador de Austria.
«El baile» [«Il bailo»] es una larga serie de estrofas contra la nobleza y burguesía que se mete en donde hay posibilidad de diversión gratuita. «La bota» [«Lo stivale»] es una rápida carrera a través de los azares de la historia de Italia. «El jovencito» [«Il giovinetto»] (quizás un ataque a G. B. Giorgini) está dirigida contra los jóvenes sentimentales y apocados. «El brindis de Girella» [«Il brindisi de Girella»] es una ágil y entretenida sátira contra los partidarios del sol que más calienta. «La toma de hábito» [«La vestizione»] es un largo poema poli- metro contra los enriquecidos de cualquier manera que tratan de hacer olvidar a la gente sus supercherías con condecoraciones compradas.
«El caracol» [«La chiocciola»] es un «scherzo», levemente satírico, contra los hombres del sentido común, de la mediocridad y de las pantuflas. «El origen de los ‘scherzi’» [«L’origine degli scherzi»], autobiográfica, nos dice que al principio el poeta se horrorizó ante el espectáculo de la corrupción de su tiempo, y más tarde «la ira, el dolor, el asombro, se transformaron en risá» y prefirió la amarga ironía de la sátira a la violencia de la invectiva. «Las memorias de Pisa» [«Le memorie di Pisa»] evocan la vida estudiantil y derrochan simpatía por los escolares francos y sinceros frente a los hipócritas, precozmente astutos. «La tierra de los muertos» [«La terra dei morti»] es una altiva contestación a Lamartine, que había amado a Italia, «tierra de los muertos».
«La escritura» [«La scritta»], largo poema polímetro que recuerda por la entonación «La vestizione», es la sátira de un matrimonio de conveniencia entre un noble arruinado y la hija de un mercader enriquecido con estafas. «El rey Viga» [«Il re Travicello»], partiendo del motivo de la conocida fábula de Esopo, compara entre sí a los soberanos abiertamente tiránicos y a los príncipes cobardes, sin autoridad y energía. En «Gingillino», quizás la obra maestra de Giusti, satiriza la burocracia. «El amor pacífico» [«L’amor pacifico»] exalta y canta el amor tranquilo de Taddeo y Veneranda.
«El sortilegio» [«II sortilegio»], bello poema polímetro, ágil y colorido, ataca la superstición y la lotería. «San Ambrosio» [«Sant’Ambrogio»], una de sus más bellas poesías, cuenta, en ágiles octavas, que el autor se encontró un día, por casualidad, en la iglesia de San Ambrosio de Milán; al principio, al verla llena de soldados austríacos, experimentó un odio profundo; pero el coro verdiano de los «Lombardos» y un canto nostálgico de los soldados le emocionaron, haciéndole pensar que aquellos hombres, quizás bohemios o croatas, estaban allí a la fuerza, irresponsables instrumentos de opresión, y que ellos mismos sufrían la esclavitud. La poesía termina con una sonrisa glacial: el poeta casi se avergüenza de su emoción; desde luego, esta última actitud es un artificio poético, y Giusti no se arrepiente por haber dicho palabras altamente humanas y cristianas.
D. Provenzal
Con el brazo de Sansón, Giusti sacudió el luctuoso edificio de la actual sociedad, y más tarde tuvo miedo de las piedras y el polvo que le caían encima. (Carducci)