Poema de Yúguf o de José, Anónimo

La historia de José relatada en el Génesis (XXXVII-L) es uno de los episodios bíblicos más populares, por su fondo a la vez maravilloso, patético y moral, y desde la Edad Media ha inspirado muchísimas obras de poesía, pintura y música. Una de las más antiguas y características es el Poema de Yúguf o de José, escrito por un morisco aragonés del siglo XIII o XIV en el metro de la «cuaderna via» (cuartetos monorrimos de catorce sílabas).

Este notable fragmento pertenece a la literatura llamada «aljamiada», o sea escrito en lengua espa­ñola más o menos pura por árabes de Es­paña que solían servirse de caracteres ará­bigos. El autor narra la conocida leyenda de José no según la versión bíblica, sino según la versión coránica de la XII sura, recogida en los dos poemas persas Yusuf y Zalikha (v.), de Firdusi y Diami. Durante una cacería, José es arrojado a un pozo por sus hermanos envidiosos, que luego acusan a un lobo de haberlo devorado. Un mercader que pasa con su caravana saca a José del pozo, y los hermanos, que llegan en­tonces, se lo venden como esclavo por veinte dineros. José es llevado a Egipto, pero al pasar junto a la tumba de su madre baja del camello para orar. Un negro le pega y entonces el Señor desencadena una terri­ble tempestad que sólo se calma con la con­fesión del negro. El mercader, impresionado, cuando llega a Egipto cede José al Faraón, pero no quiere cobrar por él más de veinte dineros, e implora de José la gracia de tener hijos de su esposa, lo cual le es con­cedido.

La esposa del Faraón, Zalija, se enamora del esclavo y para tentarlo hace contemplar al casto israelita imágenes y es­pectáculos lascivos. José quiere huir, pero Zalija le retiene por la túnica y le acusa, ante los que acuden a sus gritos, de haber intentado forzarla. Las mujeres acusan a la reina, ésta las invita a una comida y les muestra al esclavo José, ante cuya belleza quedan todas encantadas. José es encarce­lado, y a partir de este momento la leyenda islámica es paralela al relato del Antiguo Testamento. En su prisión, José interpreta los sueños del Faraón y es nombrado mi­nistro. Sus hermanos van a Egipto a com­prar trigo durante la carestía. José los reconoce y les ordena que le lleven a Benjamín, y luego acusa a éste de haberle robado el modio del trigo. Los hermanos se indignan y José, dándose a conocer, los condena por traidores a que les corten la mano. Pero cuando ellos se humillan, José les perdona y les acoge en la corte, junta­mente con su anciano padre Jacob. El poema termina en este punto. Se conserva en dos manuscritos de la Biblioteca Nacio­nal y de la Academia de la Historia.

A. R. Ferrarin