Pensamientos Sobre los Males del Espíritu de Conquista y Sobre la Esclavitud, William Ellery Channing

[Thoughts on the Evils of a Spirit of Conquest and on Slavery]. Obra de William Ellery Channing, teólogo y reformador norteamericano (1780-1842).

Publicada en 1837, comprende escritos en torno a la guerra y a la esclavitud, por cuya abolición se luchaba entonces. Chan­ning considera las desgracias y los críme­nes de la guerra, que condena en nombre de la razón y de la religión, examina sus orígenes y propone sus remedios. Las «des­gracias» no se refieren sólo al aniquila­miento de vidas humanas y bienes natu­rales, sino a la misma organización interna de las naciones: la prosperidad, la mora­lidad y las libres instituciones, puestas en constante peligro por el estado de guerra.

Los «orígenes» han de buscarse en cierta propensión nuestra a la violencia; en la voluntad de poder y de dominio; en una admiración tan fácil como estólida por las brillantes cualidades que se desarrollan en la guerra y, sobre todo, en un falso pa­triotismo, sórdido y rapaz. Los «remedios» debieran consistir en la difusión de un verdadero espíritu cristiano; en el conven­cimiento de que la prosperidad y no la extensión de un Estado constituyen el títu­lo de gloria de sus gobernantes, que el honor de una nación consiste no en la forzada y constreñida sumisión de otros Estados, sino en leyes equitativas y en ins­tituciones libres, en campos cultivados y en ciudades industriosas; pues nada es más inhumano que el infernal espíritu de con­quista mediante el cual una nación suscita horror, odio y desprecio, y prepara, inevi­tablemente, una tumba para su libertad y prosperidad.

Análoga es su actitud hacia los problemas de la esclavitud, que define como cuestión «moral», es decir, relativa a la suprema dignidad del hombre, su «li­bertad». En correlación con este principio, el autor desarrolla los siguientes puntos: que, según justicia, el hombre no puede ser considerado ni usado como «propie­dad»; que el hombre posee originariamen­te derechos sagrados e inseparables de su naturaleza, de los que la esclavitud es una violación; que los pasajes de las Escri­turas que parecen aprobar la esclavitud, han de ser interpretados según el «espí­ritu» y no según la «letra», y termina ex­hortando a los abolicionistas a renunciar al programa, peligroso e irrealizable, de la «inmediata emancipación», aunque conti­núen propugnando hasta la victoria los principios que hacen intolerable e inhu­mana la esclavitud.

D. Zerboni