[Sterben]. Narración de Arthur Schnitzler (1862-1931), publicada en 1895. Es la historia de la agonía y muerte de un joven tísico, historia desolada, despojada de todo motivo sentimental, de todo elemento afectuoso o patético. El joven no tiene amigos, no tiene fuertes vínculos sociales, ni siquiera una posición bien definida; junto a él sólo está su amante, una muchacha «como hay tantas». La tragedia es interior y se desenvuelve toda en el alma del moribundo: al comienzo, tan bueno y altruista que quiere separar de sí a su amante, es lo bastante fuerte para querer morir dignamente; pero la agonía progresiva desencadena los egoísmos, da rienda suelta a los terrores, destruye la generosidad. Ante la muerte sin consuelo de fe religiosa, ni de pensamiento filosófico, la bestia humana revela toda su miseria y su debilidad. De cuando en cuando algún indicio de su antigua bondad, algún destello de esperanza, algún momento sereno, pero pronto la sombra vuelve a hacerse más tenebrosa, y el calvario se torna más desolado. Obra impresionante por su objetividad fría, por su despego, por su tono de intencionada insensibilidad ante la humana miseria. ¿Verismo? En el fondo puede decirse que la visión pesimista de la vida no es más «real» que la optimista. Las cartas de Katherine Mansfield, que son también la confesión de una joven tísica que muere .sin fe, no tienen ciertamente este tono gris, prosaico y desconsolado. Pero tal vez sea porque habla en ellas un alma poética.
B. Allason