Moral, Ludwig Thoma

Comedia de Ludwig Thoma (1867-1921), estrenada en 1909. Como en sus demás comedias (v. El ferrocarril lo­cal, El cumpleaños de Carlota, etc.), tam­bién aquí Thoma apunta a ciertas actitudes moralísticas de la burocracia alemana de la época.

En la capital de un pequeño es­tado alemán se constituye una liga para la defensa de la moral, de cuya presidencia forman parte los hombres más respetados de la ciudad. Algunos, en cambio, conside­ran esta liga como una especie de trampo­lín para medrar en la carrera política. A consecuencia de una denuncia anónima, la policía detiene a una señorita, Ninon de Hauteville, que en su casa observa una conducta que no parece muy edificante a los buenos ciudadanos. Además, la policía secuestra un diario íntimo en que la em­prendedora señorita solía anotar los nom­bres de las personas que la iban a visitar. Apenas esta noticia se susurra por la ciu­dad,. el presidente de la Liga, Beermann, corre a la Audiencia a visitar al asesor del tribunal, Strobel, e intenta afanosamente impedir la divulgación del contenido del cuadernillo. Pero Strobel se mantiene fir­me: por otra parte, no comprende por qué, precisamente el presidente de la Liga, se muestra tan contrario a su divulgación.

Pero Beermann, y con él muchos de los demás señores de la entidad, tiene sus bue­nos motivos, pues se encontrarían fuerte­mente comprometidos si el diario de la Hau­teville revelase el secreto de sus pequeñas debilidades humanas. Desesperado por la firmeza de Strobel, Beermann se apodera a escondidas del cuaderno. Cuando sale Beermann, se presenta a Strobel el conde Schmettau, preceptor del joven príncipe heredero, y en nombre de éste le orde­na que deje en libertad a aquella mujer y suspenda las diligencias. Está muy irri­tado contra la policía porque él mismo ha­llábase con el príncipe en casa de la Haute­ville en el momento de su detención y tuvieron que ocultarse en un armario. ¡Al fin y al cabo, también un príncipe debe «co­nocer la vida»! Naturalmente, se anula el proceso; Strobel se deshace en excusas; Beermann, que tenía muchos remordimien­tos por el hurto del diario, se siente tran­quilizado y vuelto al mundo, ahora que su reputación está a salvo. Pero la Hauteville no se contenta con ser solamente librada’ de la cárcel, sino que pide una indemniza­ción por el «daño» que se le ha causado. Con su tono realisticopopular, la comedia es realmente divertida: tuvo un éxito in­menso, y aún hoy permanece viva por la espontaneidad del diálogo y la verdad sen­cilla de los tipos y las situaciones.

C. Gundolf