Es el primer volumen de crítica dantesca de Giovanni Pascoli (1855-1912), publicado en 1898. La elección del título (de un verso conocido de Boccaccio: «Dante Alighieri son, Minerva oscura» [«Dante Alighieri soy, Minerva oscura»]), revela exactamente el objetivo del libro: tratar de la doctrina y del oculto pensamiento del poema con el propósito de encontrar la clave del mismo, aportando luz donde, desde hacía siglos, sólo se advertía oscuridad.
Fue una falaz ilusión y no podía llevar adonde el poeta se dirigía en definitiva, a una mejor inteligencia de la poesía, que no reside en las alegorías superpuestas a ella, sino que vive por sí misma y con leyes propias. El error fundamental, que en parte hizo estéril y vano tal cúmulo de estudios e investigaciones, consiste en la correspondencia buscada, hasta la minucia de los detalles, entre el sentido alegórico y el literal. Situado en la base de la construcción del poema y de la distribución de las penas y premios del «Infierno», «Purgatorio» y «Paraíso» el número siete, debido a los siete pecados capitales, Pascoli, basándose en ello, quiso reducir el poema a una perfecta unidad de correspondencias y simetrías e incluso resolver y explicar con ello todos los demás puntos discutidos. Otro principio constitutivo de la unidad del poema le es dado por el argumento; es decir, el abandono de la vida activa por la contemplativa, como se alcanza después del ejercicio de la virtud, similar al de Jacob en los siete años que estuvo bajo la servidumbre de Raquel.
Por eso Dante, en la selva, encarna a Jacob, pero más tarde, en el camino de los reinos eternos, primero a Eneas, el hombre activo y justo, y por fin a Pablo, el apóstol de las gentes. De ello, como del extravío en particular, se discurre en el segundo volumen Sotto il veíame [Bajo el velo] (1900), que es una reconstrucción del «Infierno», especialmente en sus símbolos: la selva, las fieras, el vigía de Creta, los ríos, en la mística correspondencia de los pecados infernales con los del Purgatorio, según un pasaje de San Agustín. El tercer volumen, La mirabile visione [La admirable visión] (1902), traza la historia íntima del alma de Dante, desde la Vita nuova [Vida nueva, v.] hasta las representaciones del Paraíso Terrenal, y donde Pascoli resume las tesis principales de los volúmenes precedentes, de modo que da un esbozo de todo el poema. Es éste, quizás, el volumen más claro y que mejor se deja leer entre el cúmulo de tesis menores y el continuo ir y. venir de razonamientos y sutilezas del tratado. De 1903 es, finalmente, la Prolusione al Paradiso [Preámbulo al «Paraíso»], una «lectura Dantis», recopilada con otros escritos me-ñores en el volumen póstumo Conferencias y estudios dantescos. No es que la crítica dantesca haya hecho un verdadero progreso con estos estudios de Pascoli. Lo que queda de tanto trabajo son ciertas meritorias intuiciones y visiones generales, como la remachada unidad del poema, la inspiración mística del mismo y su naturaleza compuesta a modo de basílica bizantina, la tesis de que todo el poema se escribió en Rávena, y por fin la luz de ciertas páginas que iluminan la humanidad de Dante, la vida de algunas de sus creaciones, la poesía del paisaje. Un testimonio de amor y fe que, más que a Dante, ayuda a comprender gran parte del ánimo y de la poesía de Pascoli.
C. Curto