[Moja Žizn’]. Narración de Chejov (Antón Pavlovič Čechov, 1860-1904), publicada en 1896. Es una de las obras de este autor que más se resiente de la influencia de Dostoievski y Tolstoi, uniendo a algunos motivos del mesianismo social del segundo un estudio psicológico que recuerda al primero.
Poloznev, hijo de un noble provinciano, es un hipersensible que, encontrando vacía e inútil la carrera de funcionario a la que su padre quisiera destinarlo, abraza el sencillo oficio de decorador, con grave escándalo de su familia. Una rica muchacha de San Petersburgo, de ideas avanzadas, Dolzikova, ve en ello un admirable sacrificio y, enamorándose de él, se casa con Poloznev. Juntos van a vivir a una pequeña granja, regalo de bodas del padre de la joven, y llenos de entusiasmo se entregan al trabajo del campo, vigilando al mismo tiempo la construcción de una escuela para los aldeanos. Pero en éstos sólo encuentran incomprensión, hipocresía e ignorancia. «No venían a segar por veinte rublos, y en cambio venían por medio balde de vodka, aunque con los veinte rublos hubiesen podido comprar cuatro baldes», dice Poloznev. Después de algún tiempo, cansada de aquella vida, Dolzikova abandona a su marido y marcha a América. Poloznev vuelve a su antiguo oficio de decorador.
El libro puede parecer dictado por un amargo pesimismo; pero varias veces, en las charlas de Poloznev con un doctor amigo suyo, aparece toda la esperanza propia del espíritu ruso en un porvenir mejor, en que será destruida la ignorancia de las masas, todos estarán obligados a trabajar según sus posibilidades y todos los trabajos serán igualmente apreciados: «Sólo que — termina Poloznev—, para alcanzar nuestro objetivo son precisos medios enérgicos, audaces y rápidos». No es de maravillar que la Rusia soviética haya acogido a Chejov en su panteón literario, viendo en los sueños de futuro del escritor como una profecía de la dictadura del proletariado. [Trad. española, Historia de mi vida, por N. Tasin].
G. Kraisky