Preservados de la destrucción ordenada por el propio soberano, los diversos escritos del Rey Sol (1638-1715), recogidos con el título de Obras [Oeuvres], aparecieron en 1806 en dos diferentes ediciones y en 1860 con el título más preciso de Memorias [Mémoires]. En parte habían sido ya publicados por Voltaire en el Siglo de Luis XIV (v.). Luis XIV comenzó a escribir, a partir de 1661, el programa y la justificación de sus actos de gobierno; sintió la necesidad de fijar las huellas de su laboriosidad de soberano y dejar un solemne testimonio de su personalidad. Estas memorias fueron escritas paso a paso, durante mucho tiempo, unas veces dictadas y otras con la colaboración de varios personajes, entre ellos el ministro Colbert y el académico Pellison.
El verdadero título de la obra completa debía ser, originariamente, «Instrucciones» [«Instructions»], y, en efecto, el núcleo fundamental está constituido por instrucciones para el Delfín: el soberano escribe con destino a su hijo algunas notas y memorias, a fin de guiarle en el difícil arte de gobernar el reino, y le exhorta a mantener siempre intacto el sentido del honor y a combatir por el bien de la nación y de sus súbditos. Particularmente importantes son las páginas que se refieren a los años 1661 y 1666, las primeras con un extenso cuadro de las condiciones de Francia y de Europa, y las otras con una relación sobre las finanzas de los años inmediatamente anteriores. Al dirigirse a su hijo, el soberano hace siempre sentir la dignidad de su obra: quiere ser el más fuerte y, al mismo tiempo, el más generoso de los franceses, trabajando por el bien de todos y por la gloria del Estado. Con firmeza, aunque con actos a veces ruines y ambiciosos, trató de dar a su conducta como gobernante un valor absoluto, eterno. Para ello, Luis XIV, al justificar con sutil apología todos sus actos políticos, declara la exigencia de luchar por un ideal supremo, ante el cual todo desaparece, porque el rey ha recibido de Dios una misión que ha de cumplir a cualquier precio.
Entre las diferentes notas, son famosas las llamadas «Reflexiones sobre el oficio de rey» [«Reflexions sur le métier de roi»] y las «Instrucciones al duque de Anjou» [«Instructions au duc d’Anjou»], que se refieren respectivamente a los años 1679 y 1700. Sobre todo en estas páginas, muestra el soberano sus preferencias por una lucha política clara y simple, verdaderamente natural: sus leyes deben estar inspiradas en la grandeza, el honor, la belleza: los mismos ideales del clasicismo que sellaron la obra del Rey Sol, tanto en la renovación literaria como en el esplendor de las artes y de las ciencias.. Las Memorias tienen sobre todo importancia como tratado político acerca de los principios de gobierno; aunque sean a menudo fragmentarias o se limiten a simples esbozos, o se sienta demasiado la intervención de secretarios y ministros, la figura de su protagonista justifica que sean mencionadas junto a las obras que les sirvieron de inmediato modelo: las Sages et royales économies d’État de Sully y el Testamento político (v.) de Richelieu.
C. Cordié