Los Pechos Privilegiados, Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza

Come­dia española en tres actos y en verso, de Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1581- 1639), representada en 1625, publicada en la Parte segunda de las comedias, etc., (Barce­lona, 1634).

También es conocida con el título Nunca mucho costó poco, y no hay que confundirla con otra del mismo título, de Lope de Vega. El conde Melendo pro­mete a Rodrigo de Villagómez, favorito del rey de León, la mano de su propia hija Leonor; pero por haberse negado Rodrigo a servir de medianero a su rey, encaprichado de Elvira, la otra hija del conde Melendo, pierde el favor real. Las insidias con que el rey de León trata de seducir a Elvira fallan; el viejo Melendo, para salvaguardar el honor de su familia, rompe sus vínculos de vasallaje con el rey, y sale del reino con los suyos.

Rodrigo de Villagómez, con ayuda de su vieja nodriza Jimena, en una ocasión en que está en peligro la vida del rey, logra conseguir de éste el permiso para casarse con Leonor, y trata de concertar el matrimonio entre Elvira y el rey de Nava­rra. El rey de León se resuelve por fin a pedir la mano de Elvira, casándose así con la mujer que trataba de convertir en su amante. La obra, que se propone describir fondos heroicos sobre los que se mueven criaturas excepcionales, construida a base de contrastes, no es de las mejores del come­diógrafo hispanomexicano pero resulta muy singular, gracias a la figura de la nodriza Jimena.

Ésta, a la que Ruiz de Alarcón, imi­tando (desde luego no sin cierta ironía) un procedimiento caro a Lope de Vega, hace hablar en una curiosa jerga arcaica, es la verdadera protagonista de la obra. Aficio­nada a su hijo de leche con todo el calor de una hija de la tierra, dotada de una bravura de leona y conmovedora encarna­ción de la fidelidad del pueblo a su rey, se pone a su lado cuando éste, hostil a su hijo de leche y por lo tanto a ella, es ata­cado por el rey de Navarra. La comedia debe su curioso título al hecho de que el rey de León concede la calificación de «pe­chos privilegiados» a ella y a todas las mujeres que en lo sucesivo tengan el privi­legio de amamantar a los condes de Villagómez.

A. R. Ferrarin