[Les Jeunes-France]. Con esta etiqueta, aclarada por el subtítulo de Novelas burlonas [Romans goguenards], Théophile Gautier (1811-1872) lanzó, en 1833, una serie de narraciones caricaturescas en que debe verse un cuadro burlón de la bohemia romántica de su tiempo (de la cual él mismo era uno de los tipos más originales) y al mismo tiempo una defensa del arte desinteresado, puro fin por sí mismo. A diferencia de otras obras suyas, aquí su pluma es vivaz, ligera y maliciosa; sus páginas están animadas por una porción de figuritas observadas en la vida, y su narración está continuamente entremezclada (según una moda que los románticos habían desarrollado tomándola del siglo XVIII) de ingeniosas disertaciones, irónicos apostrofes al lector y sentencias más o menos graves.
En uno de estos cuentos («Celle-ci et celle-là, ou « La jeune France passionnée»), nos presenta a un joven poeta romántico, Rodolfo, que «decide» tener una gran pasión; conquista según las maneras debidas a una bellísima dama, la cual resulta ser harto insulsa, y, después de muchas vanas tentativas para recubrir con disfraz novelesco la más trivial aventura, acaba por preferir el mucho más sabroso amor de una sencilla y apasionada joven- cita, es decir, de la graciosa criadita que cuida de su habitación de soltero. El sentido de esta narración reside en la divertida pintura de los esfuerzos del joven héroe para convencerse de que está viviendo una vida de personaje fatal y maldito a lo Byron; mientras que en realidad no es más que un buen muchacho, naturalmente simpático a todos, y no privado de ingenio cuando no pretende tener demasiado.
Por esta galería de tipos, esta obrita, en la cual Gautier se presenta casi como un precursor de Murger o de Musset (no faltan en sus novelitas partes finamente dialogadas), ha quedado como un documento muy característico y ciertamente precioso de las costumbres literarias de la época.
M. Bonfantini