[Quod idola dii non sint]. Breve tratado apologético atribuido a San Cipriano, obispo de Cartago (m. en 258). Lo precede una crítica del politeísmo pagano hecha según las ideas de Evémero; los dioses no son, según él, sino príncipes divinizados después de su muerte; en el paganismo se revela la influencia oculta de los demonios a veces desenmascarados por los exorcismos cristianos. La segunda parte del escrito (párrafos VIII-XV) comenta los atributos del Dios cristiano; en primer lugar la unidad, y la función de Cristo, hijo de Dios enviado por éste sobre la Tierra. Esta obra, que tiene carácter llano y escolástico, compuesta como está, no sólo en las ideas sino también, a menudo, en las expresiones, está constituida por trozos sacados del Apologético de Tertuliano, del Octavio de Minucio Félix, del A Demetriano (v.) del «propio San Cipriano, y su atribución a este autor es por lo menos dudosa y discutida, a pesar de los testimonios de San Jerónimo y de San Agustín. Se ha emitido la hipótesis (A. D’Alés) de que debe atribuirse al discípulo y biógrafo de San Cipriano, el diácono Poncio.
M. Niccoli