Los Hugonotes, Jacques Meyerbeer

[Les Huguenots]. Ópera en cinco actos de Jacques Meyerbeer (1791-1864) según libreto de Eugène Scribe, representada en París el 29 de febrero de 1836.

La acción transcurre en Turena, a finales de agosto de 1572. En el castillo del conde de Nevers están comiendo unos seño­res católicos y el joven protestante Raoul, que acaba de liberar de las molestas galan­terías de algunos estudiantes a una damita cuyo nombre ignora: Valentine de Saint- Bris. Más tarde, ella solicita que la dejen hablar con el conde de Nevers: Raoul la reconoce y puede pensar que ha venido por motivos galantes. Invitado a participar en una gira campestre por la reina (Marga­rita de Valois), se entera de que Valentine había ido a ver al conde de Nevers solamente para rogarle que renuncie a casarse con ella: y que la reina la había enviado allí con el fin de ofrecerla más tarde, según sus deseos, a Raoul, al que ella ama. Pero Raoul, que la tiene por la amante del conde de Nevers, la rechaza, con gran escándalo y resenti­miento de todos los caballeros católicos. Raoul, desafiado, aunque de momento sin armas, acepta el reto y promete estar en París para batirse. En París, en la pequeña iglesia de Prés-aux-Clercs, Valentine se casa con el conde de Nevers. Sin embargo, le per­miten que permanezca rezando en la igle­sia.

Allí puede enterarse de los propósitos de los amigos de su padre, que esperan a Raoul para asesinarle durante el duelo. La muchacha advierte de ello al fiel servidor de Raoul, y éste avisa a los soldados hugonotes. Una verdadera batalla está a punto de librarse, cuando llega la reina para sepa­rar las dos facciones. Raoul, al comprender la pureza y el amor de Valentine, penetra en la casa de De Nevers para hablar con ella y, de ser necesario, morir a su lado. Allí, oculto, puede asistir a la histórica con­jura. El padre de Valentine revela las órde­nes del rey: exterminar a traición a los hugonotes. De Nevers se niega a actuar a traición, rompe su espada y es detenido. Sa­len todos, Raoul y Valentine se encuentran; luego Raoul huye para avisar a los hugo­notes del peligro inminente. La matanza em­pieza; el mismo Raoul la anuncia, interrum­piendo un baile en la Corte. En un claus­tro, entre mujeres y niños que tratan de salvarse, se encuentran Raoul y Valentine; ella le trae un salvoconducto, pero él re­húsa su salvación y los amantes se preparan a morir juntos. Aparece De Saint-Bris con los soldados, a los que manda disparar con­tra el grupo. Demasiado tarde se da cuenta de que, junto con Raoul, mandó matar a su propia hija.

Esta ópera — la mejor de Meyerbeer — es muy rica en todo lo que garantiza el éxito del espectáculo: aires, duetos, coros, grandes escenas. Y es pobre en todo lo que constituye el real valor de la obra de arte: emoción y personalidad; sin embargo, una singular habilidad de oficio — construcción, armonía, instrumentación — substituye las cualidades que faltan, mez­clando los procedimientos y los estilos personales de cinco o seis maestros (Rossini, Mozart, Weber, etc.) en un estilo único, que incluso puede parecer nuevo: el estilo de Meyerbeer. Su éxito en Francia creó un género y una tradición, destinados a ejer­cer larga influencia sobre la música fran­cesa.

E. M. Dufflocq

De veras no alcanzo a decir hasta qué punto me repugnó la ópera, y cómo he te­nido siempre que defenderme de ella; nos sentimos cansados y débiles para la cólera. Asombrar o cosquillear es la suprema divisa de Meyerbeer, y lo consigue hasta con el populacho… No censuro que se emplee cual­quier efecto en su justo lugar; pero no hay que gritar de admiración si una docena de trombones y trompetas, y un centenar de hombres cantando todos a una, son capaces de hacerse oir a cierta distancia… Despre­cio desde lo más hondo de mi alma esta gloria de Meyerbeer; sus Hugonotes son el índice general de todos los defectos de su tiempo, con excepción de muy pocos. (Schumann)

Los Hugonotes y la Hebrea son unas apo­logías de la Reforma y del judaísmo y unas verdaderas requisitorias contra el catoli­cismo. (Saint-Sáens)