[Gli straccioni]. Comedia en 5 actos de Annibal Caro (1507- 1566), publicada en la imprenta veneciana de Aldo Manuzio (1582), aunque ya compuesta desde 1544.
La trama se ajusta al tipo clásico del enredo de las comedias de Menandro, que, a través de Terencio y Plauto, constituyó un modelo ejemplar para la comedia italiana del Renacimiento. Julieta y Tindaro huyen de su casa para casarse, a pesar de la oposición de los padres de la muchacha; durante la fuga ella es raptada por unos corsarios turcos y desde entonces se la considera muerta. Pero es liberada por unas galeras pontificias y llevada a Roma, donde un tal Marabeo, que se enamora de la joven, la retiene prisionera secretamente, sin que por ello la obligue a rendirse a sus deseos. Regresa también a Roma Tindaro, que si bien se siente dolorido por la pérdida de la esposa, tras haberse hecho rogar largamente, consiente en contraer matrimonio con una señora llamada Argentina, bella y riquísima viuda de un caballero, Giordano. Pero también éste es un muerto imaginario, que resucita precisamente el día en que se va a celebrar el matrimonio, se indigna con su mujer y quiere matar a Tindaro, pero, entretanto, se enamora de Julieta y está a punto de que se la ceda Marabeo, que es un agente suyo. Naturalmente, en el momento preciso se resuelven felizmente los equívocos de la comedia, de acuerdo con el esquema tradicional: las parejas Julieta-Tindaro y Argentina-Giordano se reharán, volviendo la paz entre ellos y reconociéndose recíprocamente que por parte de ninguno se ha suscitado una efectiva injuria. Por añadidura se descubre entre ambas parejas un lazo de parentesco bastante estrecho, que es descubierto justamente en el momento en que los «harapientos» — es decir, el padre y el tío de Julieta, dos tipos característicos tomados de la realidad — se convierten en ricos, de improviso, habiendo ganado un litigio con la familia Grimaldi por el pago de ciertas joyas, y dan el beneplácito a las bodas, asignando a la muchacha una espléndida dote.
Si el esquema de la acción es manifiestamente tradicional, Caro se muestra particularmente atento a la definición estilística de los detalles. Sus dotes de literato fino y agudo resaltan en el dibujo de algunos caracteres y especialmente de los secundarios, que se convierten en felices y animados «figurones», mientras el diálogo pintorescamente coloreado y lleno de pulida elegancia, da a la comedia un tono de agradable donaire. El espíritu bullicioso y vivo, cordial y malicioso del autor se refleja en la obra, haciendo de ella una creación modesta, pero garbosa y elegantísima en el estudio de la línea, del movimiento y del estilo.
E. Cione