Los Destinos – Poemas Filosóficos, Alfred de Vigny

[Les destinées. Poémes philosophiques]. Segunda colección poética de Alfred de Vigny (1797- 1863), aparecida en 1864. Se trata de once largas composiciones, muchas de las cuales aparecieron en la «Revue des Deux Mon­des», a partir de 1843. Una de ellas, diri­gida contra Marie Dorval, «La colére de Samson», de 1839, había quedado inédita y era totalmente desconocida. Después de Los poemas antiguos y modernos (v.), De Vigny pareció alejarse poco a poco de la actividad literaria; pero este segundo volu­men es el fruto precioso de su silencio. Si su producción continuó siendo escasa, comparada con la de los demás románticos, los dos volúmenes le colocan muy alto, más alto todavía el segundo que el primero. Más recogido y denso, dejada de lado la leve pátina romántico sentimental de algunos de los primeros Poemas, asciende a su for­ma más lograda, fusionando mejor la idea y el símbolo, con arte más seguro y con más dominado pensamiento.

Siempre irri­tado contra la insensible naturaleza (en la «Maison du Berger», 1844, que recuerda la Retama de Leopardi, v.); contra Dios, que no contesta a nuestras preguntas («Le Mont des Oliviers», 1844), opone a la con­fianza el noble silencio, y el estoicismo del lobo moribundo («La morte du Loup», 1843, uno de los mejores poemas del autor). Inte­reses actuales aparecen en «La sauvage» (1843) (el derecho de los europeos a llevar la civilización allá donde todavía no ha llegado) y en «Wanda», historia rusa (1847), que no son de sus poemas mejores. Hacia el final, el pesimismo cede un poco, el poeta sabe que su palabra, que ahora no es escu­chada, llegará a la posteridad («La boutille á la mer», 1853), y termina proclamando su fe en el «Esprit puré» (1863). Los Destinées, ya en parte conocidos entre 1843 y 1844, preparan o al menos anuncian la poesía par­nasiana, y están de acuerdo con el nuevo espíritu histórico y positivista, del que se informa el arte nuevo, que tendía a la im­personalidad, compuesto y pesimista. Por otra parte, el encanto de muchos y bellísi­mos versos sueltos, que hoy constituyen el encanto mayor de De Vigny, hacen presen­tir la música de los poetas que llegaron tras el «Parnaso».

V. Lugli