Los Cosacos, León Tolstoi

[Kazaky o también Kavkazskaja povest’, Cuento caucásico]. Nove­la de León Tolstoi (Lev Nikolaevic Tolstoj) (1828-1910), publicada en 1863. Como Infancia, adolescencia y juventud (v.) y como La mañana de un propietario (v.), Los cosacos, son, en parte, obra autobiográfica, basada en un episodio vivido por el mismo Tolstoi durante su permanencia en Starogladovsk en la línea defensiva rusa en el Cáucaso. El protagonista, Olenin, es casi la continuación de Nikolenka Irtenev y de Nechljudov. Olenin, después de haber mal­versado parte de su patrimonio, decide ini­ciar una nueva vida y hace que le envíen al Cáucaso. No tiene proyectos ni fines de­terminados: le impulsa sólo el sueño de una futura felicidad. Y ésta parece ir a su con su na­turaleza y la vida de sus habitantes, ele­mental pero llena de noble y orgullosa sen­cillez y alejada del artificio, como con el sueño del posible amor de una bellísima cosaca, Marjana, «equilibrada y serena co­mo la misma naturaleza».

Se enamora de ella y la ama como todavía no ha amado, con una fuerza elemental, y por amor ha­cia ella empieza a hacer proyectos de hacerse cosaco y vivir también él una vida próxima a la naturaleza. Pero se trata de fantasías: Marjana no le ama, pues el ins­tinto la impulsa a amar a uno de los su­yos, Lukaska, comprensible para ella y para quien la vida no es una elucubración como lo es en la fantasía de Olenin. A Olenin no le queda más que marchar llevando en el corazón el recuerdo de una nueva ilu­sión destrozada. En la obra de Tolstoi, aun­que creación juvenil, Los cosacos tienen una importancia excepcional, desde el do­ble punto de vista artístico e ideológico. La claridad y belleza de los paisajes sobre los cuales resaltan los personajes, en es­pecial las figuras de los cosacos, el viejo Eroska, Lukaska, Marjana, con su épica sencillez de vida; la penetración de la psico­logía del hombre elemental que de la épica se transfiere a un plano de vida compren­sible para todos, hacen del librito una obra maestra. Como todas las obras de Tolstoi de este período y de algunos períodos suce­sivos, el libro tiene un gran interés auto­biográfico e introduce aquella tesis de la negación de la civilización en el sentido de J. J. Rousseau y de muchos románticos, para exaltar la vida de la naturaleza, que reaparecerá, cada vez más neta y con ma­yores resonancias, en la obra tolstoiana. [Trad. anónima (Barcelona, 1905)].

E. Lo Gatto