[Les amours ja unes]. Recopilación de poesías, publicada en el año 1873, de Tristan (originariamente Édouard-Joachim) Corbiére (1845-1875), dedicada al autor del Negrero o sea su padre Édouard. La vida desigual y enferma del artista parece encuadrar entre cóleras y estremecimientos toda la obra, tanto en sus franquezas como en sus insuficiencias y prosaísmos; especie de documento de un rebelde que reprochará a la vida lo que no ha tenido la fuerza de pedirle. El carácter cáustico y antiliterario que dio origen a las primeras composiciones — y es muestra evidente el mismo título mistificador — domina este amplio cancionero, entremezclado de descripciones, serenatas e invectivas. Son notables los anhelos por una existencia llena de vida y de sol (véanse las poesías sobre Nápoles, aún tan desconcertantes), más allá de la cotidiana contemplación del mar borrascoso: verdadero impulso de bretón que encontraba simbólico incluso el propio nombre, en relación con las costas («corbiéres») de los contrabandistas. Pero el océano debía procurar la mejor inspiración de Corbiére, por el afectó que le aproxima a los riesgos y fatigas cotidianas y ásperas de sus paisanos. Entre refinamientos e impulsos de «dandy» byroniano, entre groserías y aires rebuscados de tipo barroco, Corbiére sabe manifestar sin embargo una humanidad rica de doliente que anhela la paz, el amor y la verdad. Su dolor nace de una continua angustia no dominada por el espíritu, entregado en demasía a las cosas, a su fascinación y a su desencanto. Por ello Verlaine debía dar fama al poeta entre sus Poetas malditos (v.) y ponerlo como ejemplo de una busca lacerante de poesía que los simbolistas y los decadentes franceses del fin de siglo habían de admirar como la de un precursor.
C. Cordié