Leyenda de San Procopio, Jaroslav Vrchlicky, Jaroslav Vrchlicky

[Legen­da o svatém Prokcop]. Poema checo de Jaroslav Vrchlicky (Emil Frida, 1853-1912), publicado con otros poemas en el ciclo titulado «Mitos» (1879-1880); ampliado y reeditado como obra aparte en 1884.

En una gruta escondida entre los bosques de Sazava vive el ermitaño Procopio, quien tuvo que arrojar de allí a una legión de diablos, quedándose uno de ellos como sier­vo suyo. Procopio se ha aislado para de­dicarse a la oración y al trabajo, me­diante lo cual intenta dominar a su gusto la naturaleza. Pero todo el paisaje que se extiende ante sus ojos es como un gigan­tesco y amenazador anciano; y Procopio comprende entonces que con la naturaleza solamente podemos estar en buena armonía a través de la bondad. De aquí se deriva la idea de la lucha que debe sostener con­tra el paganismo. Los diablos han dejado en la gruta los dioses paganos, y una noche todo el mundo resucita ante los ojos de Procopio: el dios del sol primaveral Rad- host, el del mediodía Rujevit, el dios del otoño Porevit y otros numerosos dioses, en­tre los cuales está el dios del trueno Perun. Invocando a Dios para que lo ilumine, Pro- copio con la cruz se arroja entre las llamas de Perun y éste se desvanece. Pasan años de intensa meditación y oración, y final­mente llegan a la gruta unos monjes ale­manes, venidos de Bohemia para difundir el Cristianismo.

Procopio comprende que la actividad de la fe no se hermana con la soledad y la meditación, e impulsa al prín­cipe Oldrich a construir un monasterio, cuyos monjes se dedicarán al cultivo de la tierra y a la educación del pueblo, fun­diendo de este modo la actividad material y la actividad espiritual. Después de varias vicisitudes que demuestran cuán fuerte es aún el atractivo del mundo para los her­manos monjes, Procopio los reúne a todos a su alrededor y después de haber expli­cado cómo solamente la fe y el amor son omnipotentes, predice tiempos duros y di­fíciles, en la lucha contra los monjes ex­tranjeros, y ordena a los hermanos que resistan en nombre de la religión y de la patria. Luego se retira de nuevo a la gruta, donde, después de haber tenido por última vez la visión del viejo que personificaba a la naturaleza, muere. El poema dedicado a San Procopio, defensor de la patria y de la religión, ocupa un lugar notable en la lite­ratura checa, no sólo por su significación, puesto que el santo es considerado protector de la literatura eslava, introducida en Bohemia por los santos Cirilo y Metodio, sino también por su valor artístico intrín­seco, el cual resulta especialmente del tono popular de la leyeftda, que Vrchlicky sabe subrayar con viva intuición poética.

La per­fecta y monumental simplicidad de su cons­trucción, la vivacidad de los detalles inge­nuos y humorísticos y la lírica entonación mística de sus versos hacen de esta obra el máximo exponente de la producción de Vrchlicky.

E. Lo Gatto