[Leggenda d’Adamo ed Eva]. Conocida también con él título de Leyenda del árbol de la Cruz [Leggenda dell’albero della Croce], fue publicada por Alejandro D’Ancona en Bolonia, en 1870. Es la redacción en lengua vulgar italiana, por obra de un anónimo escritor del siglo XIV, de una narración derivada del Evangelio apócrifo de Nicodemus, que encuentra su continuación en numerosas composiciones latinas y novelas medievales.
Se cuenta en ella cómo Adán (v.) después de novecientos treinta años de destierro, abrumado de cansancio y de dolor, envía a su buen hijo Set al ángel guardián del Paraíso Terrenal para tener una certeza sobre aquel «óleo de misericordia» que Dios le había prometido mientras salía arrepentido y llorando. Sigue la descripción tradicional del Paraíso Terrenal (v. Leyenda de tres monjes que van al Paraíso Terrenal), donde el ángel muestra a Set bajo la forma de un joven de vestido blanquísimo, que está sobre el árbol del pecado, el hijo de Dios, a cuya venida Adán tendrá la prometida misericordia. Vuelto a la tierra, Set puede consolar a su padre con el anuncio de su próxima muerte. Acaecida ésta, lo entierra junto al Monte Tabor, poniéndole bajo la lengua tres granitos que le dio el ángel. De los tres granos nacen tres varas, de olivo, de cedro y de ciprés, símbolo de las personas de la Trinidad; éstas serán arrancadas por Moisés, que con ellas efectuará todos sus milagros. David las llevará a Jerusalén, donde continuarán dando muestras de su virtud sobrenatural, hasta que, en tiempo de Salomón, después de varias vicisitudes, servirán de puente sobre el Siloe, con gran escándalo de la reina de Saba. De allí las arrancará la turba enfurecida, para construir la cruz en la que Cristo morirá para la salvación de la humanidad.
La piadosa narración, destinada a la edificación religiosa del pueblo, tiene el mérito de la simplicidad y del candor, y resulta muy gráfica, especialmente en la realista e ingenua descripción del cansancio y el dolor de Adán.
E. C. Valla