Léxico, Focio

Es uno de los frutos de la múltiple actividad de Focio (h. 820-h. 891), el ingenio más bri­llante de la cultura bizantina, el que en su vida supo colmar los vacíos creados por el período de oscurantismo que se había producido en los siglos más tenebrosos de la Edad Media bizantina — el período de los iconoclastas — y dio tanto impulso al estudio de la cultura clásica que hace pensar en su época como en una especie de Rena­cimiento bizantino.

Precisamente el Léxico es, juntamente con la Biblioteca (v.). la obra que especialmente facilitó el estudio de la antigüedad clásica. Como la Biblio­teca, es una obra de compilación, de la que se duda si es totalmente debida al gran pa­triarca de Constantinopla o si más bien fue redactada por sus discípulos, bajo su direc­ción y guía. Es asimismo difícil determinar a qué período de su vida pertenece; es probable que deba situarse no en los años de juventud de Focio, como antiguamente se creía, sino en su madurez, después de la compilación de la Biblioteca. El Léxico es una obra de consulta, un diccionario, que tiene por objeto facilitar la lectura de los autores clásicos y de los textos sagrados, dando la explicación de las palabras y locuciones que en tiempo de Focio ya no se comprendían. En un diccionario seme­jante no debe buscarse un valor de totali­dad, porque, como dice el mismo compi­lador en el prefacio, no todas las palabras requieren explicación, sino únicamente las más importantes y frecuentes. La explica­ción se funda en las fuentes empleadas por el compilador, fuentes que naturalmente no eran los mismos clásicos, sino léxicos y glo­sarios más antiguos, de los que Focio mis­mo da noticia en un pasaje de su Biblio­teca.

La obra, pues, aunque no esté redac­tada científicamente, es de gran importancia para los filólogos clásicos, ya que por su medio pueden alcanzar los frutos de la actividad filológica y exegética de los más antiguos gramáticos, en gran parte perdida para nosotros.

S. Impellizzeri