Leporeambos, Ludovico Leporeo

[Leporeambi]. Deben su nombre al de su autor Ludovico Leporeo (n. en Cormons y establecido en Roma en la primera mitad del siglo XVII) y repre­sentan la última degeneración del’ gusto de aquella época, que confundió el éxtasis pro­pio de la poesía con el asombro. Leporeo fue partidario de esta poética y la llevó a sus últimas consecuencias.

Dos son las com­pilaciones que conocemos de estas composi­ciones tan extrañas como frías de inspira­ción: la de los Leporeambos alfabéticos [Leporeambi alfabetici] que vieron la luz en Bracciano en 1639, y la de los Lepoream­bos nominales |Leporeambi nominali], pu­blicados como obra póstuma en Roma, en 1682. La ingeniosidad y la extravagancia dieron a los primeros un efímero éxito, de tal modo que se hizo una segunda edición, también en Roma, en 1641 y una tercera en Bolonia, debida a C. Zenero, en 1652. También la segunda serie fue reeditada en Roma en 1683; pero, publicada cuando el gusto por lo extraño tendía a declinar,»« pronto se hizo el silencio a su alrededor, y desde entonces estos mediocres y pedan­tescos ejercicios no han vuelto a ser reim­presos. Como notable entre todos merece ser citado el «leporeambo alfabético a ejem­plo trisono, transponible e irrepetido», de­dicado por el poeta a su amada. Se inicia con el verso «Amata, m’ardi, con tuoi sguar- di vaghi» y, según el poeta, es alfabético porque deriva del orden de las cinco voca­les; trisono, porque «da tres sonidos en cada uno de los catorce versos: dos intermedios y el tercero final»; transponible, «ya que cada uno de los tres versos se pue­de trasponer o mudar de lugar, del prin­cipio al medio, de mil distintos modos»; e irrepetido «porque resulta del sonido nunca repetido de la misma sílaba, unívoca o equívoca, intermedia o desinencial, en el mismo leporeambo».

A veces acontece en estos leporeambos que la extrañeza está puesta al servicio de intentos realistas y burlescos, y entonces el autor logra efectos no despreciables, que pueden hacer recor­dar, sino al Burchiello, a alguno de sus ulteriores imitadores.

G. Franceschini