Leonarda, Bjørnstjerne Bjønson

Drama en cuatro actos del lau­reado escritor noruego Bjørnstjerne Bjønson (1832-1910), publicado en 1879. En una pe­queña ciudad de Noruega, una señora divor­ciada, Leonarda Falk, vive con su sobrina Ágát. No frecuenta la iglesia, pero en cam­bio recibe a menudo visitas y monta a ca­ballo en compañía del general Rosen, ex­combatiente de la guerra de Secesión ame­ricana, que ahora se dedica con exceso a las prácticas báquicas. Hay más que de so­bra para que la señora Falk sea objeto de la maledicencia de la sociedad puritana que no quiere saber nada con ella.

El so­brino del obispo, el joven Hagbart Tallhaug, ha llegado incluso a señalarla en público como un mujer de dudosa reputa­ción. A este exceso de escrúpulo sigue un sincero arrepentimiento: el joven se ena­mora de Ágát, en una estación balnearia, y la joven le corresponde. Pero, en realidad, a través de Ágát, Hagbart ama a Leonarda. Ágát se da cuenta, y toma pie en ciertas condiciones inhumanas impuestas por el obispo para romper, en una escena violen con el joven. Mientras Ágát está fuera, Hagbart revela su apasionado amor a Leonarda, que queda a la vez aterrada y enlo­quecida. Agat vuelve y se confiesa a Leonarda: aunque le ha costado un gran dolor, ha renunciado a Hagbart. Pero Leonarda, enamorada y generosa, no puede construir su felicidad sobre la infelicidad de su sobrina. Abandonará Noruega junto con el general Rosen, que se descubre que fue su marido, y dejará todos sus bienes a Agát. «Ha vuelto el tiempo de los grandes senti­mientos», comenta la bisabuela, mientras cae el telón. Raramente Bj0mson sabe hacer callar su intensa y generosa necesi­dad de polémica, que aquí se vuelve deci­didamente contra la virtud hipócrita. Pero en rigor, la polémica es secundaria.

Leo­narda es el drama de la generosidad. Es generoso Hagbart en su arrepentimiento; generosa Ágát en su renuncia, y más ge­nerosa que ninguno la señora Falk. Los puntos de contacto con la Batalla de da­mas (v.) de Scribe, de la cual deriva la situación son, por lo tanto, extrínsecos. El epílogo no gustó al público; el propio Bjønson pensó en un desenlace distinto. Pero no modificó nada. Haciendo casar a Leo­narda con Hagbart habría sin duda satis­fecho a numerosos lectores y espectadores, pero habría estropeado su drama, que consiste precisamente en la lucha por la generosidad y en su victoria no sólo sobre la poco caritativa mojigatería, sino sobre las pasiones, aun legítimas, y sobre la pro­pia felicidad cuando implica la desdicha del prójimo. La dolorosa renuncia es el necesario precio de la magnanimidad de Leonarda. [Trad. española de Gregorio Mar­tínez Sierra (Madrid, 1919)1. Y. Santoli

En los dramas de Bjønson los persona­jes femeninos competen por superarse en virtud y generosidad, y en Leonarda el ideal pasea exactamente en carne y hueso. (G. Brandes)