Las Tesmoforiazusas, Aristófanes

[Participantes en las Tesmoforias, fiestas femeninas en honor de Deméter]. Comedia de Aristófanes (450-385 a. de C. aprox.), estrenada en Atenas el 411 a. de C.

Es una sátira ingeniosa del teatro trágico de Eurípides, digno preludio de Las ranas (v.). El arte euripídeo, rico en innovaciones en el concepto y en la técnica, chocaba a menudo con el gusto popular, del que Aris­tófanes fue intérprete y defensor. Una de las acusaciones más corrientes que se dirigían al cantor de Fedra era la de misoginia; y Aristófanes imagina que las mujeres reuni­das para las Tesmoforias traman por ven­ganza la muerte del poeta enemigo. Eurípi­des, que se ha enterado del caso, solicita ayuda a su colega Agatón, en una escena que es una fina caricatura de la blanda elegancia y los refinamientos estilísticos de este otro comediógrafo. Pero como Agatón se niega a intervenir, Eurípides se aprove­cha de la complacencia de su suegro Mnesíloco y lo disfraza de mujer para enviarlo a la fiesta.

Entra entonces el coro, que repre­senta a la mujeres que participan en los sagrados ritos, y en la asamblea reunida salen a hablar algunas oradoras que denun­cian los agravios de Eurípides contra su sexo. Entonces Mnesíloco se adelanta y con un divertido discurso demuestra que las acu­saciones euripidianas sólo tocan una peque­ña parte de los vicios femeninos. En el tu­multo provocado por sus palabras llega para denunciar la insidia Clístenes, ciudadano afeminado que es a menudo blanco de las burlas de Aristófanes. Mnesíloco es descu­bierto y vigilado, primero por una vieja y luego por un guardia enviado por los magistrados. La segunda parte de la comedia, donde Eurípides trata de liberar a su sue­gro, es toda ella una aguda parodia de la tragedia euripidiana. El poeta se presenta, ya vestido de Menelao, ya de Perseo o de Eco; y Mnesíloco le da la réplica, mimando los papeles de Elena y de Andrómeda en los dramas homónimos (v.).

Finalmente, más que las ficciones clásicas sirve para sus fines una apetitosa bailarina, que seduce al guar­dia, y Mnesíloco puede escapar con la ayu­da del coro, al que Eurípides ha prometido que no ofenderá más a las mujeres. La co­media, sencilla y expedita en el desarrollo escénico, es rica en hallazgos divertidos, en alusiones y en sobreentendidos maliciosos. Obsérvese entre otras cosas que, con la ex­cusa de atacar la misoginia de Eurípides, el comediógrafo explica las artimañas feme­ninas con un realismo y crudeza de len­guaje que el gran trágico nunca ‘hubiese soñado. También es notable, como signo de una evolución que continuará en las obras sucesivas de Aristófanes, el abandono de la polémica política en favor de la sátira lite­raria y moral. [Trad. de Federico Baráibar y Zumárraga en Comedias de Aristófanes, vol. III, bajo el título Las fiestas de Ceres (Madrid, 1942)].

A. Brambilla

En Aristófanes la inmoralidad es, por de­cirlo así, legal; en los trágicos la ilegalidad es moral. (F. Schlegel)

…ciertamente dice muchas cosas serias… pero todas ellas, alternadas con la risa, que­dan envueltas en el tono sonriente de- sus comedias. (B. Croce)