[Les solitudes]. Poesías de Armand Sully- Prudhomme (1839-1907), publicadas en 1879. El poeta canta en ellas su melancolía, su angustia sentimental, el amargo sentido de desilusión y de soledad que la vida produce en el hombre. Abre la colección la «Primera Soledad», la de los muchachos demasiado sensibles que en el colegio se sienten abandonados, por la noche no logran conciliar el sueño, piensan en las caricias de la madre ausente y sollozan con la cabeza bajo las sábanas; la cierra la «última soledad», la de la muerte, cuando el hombre, depuesta la máscara de la vida, se encuentra a sí mismo, a la vez que se hace extraño para cuantos le han conocido. El motivo de la soledad liga entre sí a estas poesías; así por ejemplo en la «Voie Lactée» (cada alma como una estrella, solitaria e inmortal, brilla en el silencio de la noche), lo mismo que en «Caresses» (las caricias son vanas tentativas de un pobre amor, que busca la imposible unión de las almas a través de los cuerpos). De bella factura parnasiana son algunas breves poesías, en las que las imágenes parecen grabadas con buril, y la nota psicológica se destaca neta, aún más penetrante por la impasibilidad del tono; así, por ejemplo, «Les stalactites», que como lágrimas petrificadas penden de las bóvedas de las obscuras grutas, mientras el agua gotea lentamente; así también «Le cigne» y «Le dernier adieu», en las que el poeta expresa el doloroso estupor ante la muerte de un ser amado. Racionalista escrupuloso, cerrado y moderado, Sully-Prudhomme reaccionó contra el Romanticismo para presentar al público una poesía cuidadosamente elaborada, pero cristalina y voluntariamente lógica, que oculta al individuo y las huellas de toda emoción personal, para lograr carácter genérico y objetivo. Ciertas composiciones de las Soledades prenuncian la poesía filosoficoespeculativa del Prudhomme de la segunda época (v. Los destinos).
M. Zini
Sully-Prudhomme ha logrado, en la breve meditación que con imagen graciosa y penetrante expresa una verdad filosófica cualquiera, un episodio de nuestra vida moral, una ley de la vida del universo. (Lanson)