Es la obra más importante de Jorge Gemistos Plethón (13559-1450), conocida del Occidente europeo, fuera del círculo de los iniciados, cuando el autor, de más de ochenta años, fue a Italia formando parte del séquito del emperador Juan Paleólogo, para asistir al concilio de Ferrara y Florencia (1438-39), íntimamente nutrido de la ciencia antigua, compenetrado de las doctrinas platónicas y neoplatónicas, y convencido además de que la admirable fecundidad ética por la que el Cristianismo logró vencer al antiguo formalismo de los cultos paganos estaba a punto de agotarse, Jorge Gemistos ideó, con fragmentos de la antigua dogmática del sincretismo neoplatónico, un laborioso «Pleroma» donde las sustancias divinas, desde la Idea eterna del Bien (Poseidón) hasta el alma inmortal del hombre, se distinguían en tres grandes órdenes, imagen eterna del mundo terreno.
En éste la pacífica convivencia y la armoniosa colaboración entre los hombres había de quedar asegurada por un Estado monárquico, dotado de armas propias, donde legislación, defensa armada y actividad económica debían ser misión específica de tres clases, que aun reconociéndose distintas, debían estar ligadas íntimamente en un único nexo por el íntimo fervor de la nueva religón. En vista de las ruinas de la vieja Esparta, hacia cuya antigua constitución Gemistio mostraba la predilección que ya tuvo su insigne maestro Platón, en Misitra, una pequeña comunidad de iniciados, semejante a la de los antiguos pitagóricos, bajo la dirección del venerado maestro, vivía confiada en el triunfo de la nueva doctrina que debía regenerar a Grecia y había de darle la fuerza de rechazar victoriosamente a los ejércitos turcos. El patriarca de Constantinopla, Gennadio, ordenó que la obra de Gemistio fuera destruida, pero se han conservado muchos fragmentos, que fueron recogidos por Migne en su Patrología grieqa y más tarde fueron objeto de una edición más correcta por obra de A. Alexandre, con traducción francesa de A. Pellissier, en París, en 1858.
G. Franceschini