Las Leyes Civiles en su Orden Natural, Jean Domat o Daumat

[Les lois civiles ‘dans leur ordre naturel]. Obra francesa de Jean Domat o Daumat (1625-1696), publicada en 1690-97. Estudia todas las materias del Derecho civil, o sea las cosas, las personas, las obligacio­nes y las sucesiones dentro del ámbito de una sistematización del Derecho justinianeo (v. Corpus Juris Civilis). El cap. I trata de los «primeros principios de todas las leyes», y explica asimismo la idea central de la obra, tal como la enuncia el título. Los pri­meros principios de las leyes, necesarios para conocer, interpretar y aplicar las leyes mismas, emanan de la religión cristiana, la cual enseña que, en orden a la natura­leza del hombre, la primera ley que éste se impone es el amor al prójimo y la busca del sumo bien. De esta primera ley, en cuanto es común a todos los hombres, deriva una segunda: la de que todos los hombres deben unirse y amarse entre sí. En estas dos leyes reposa el fundamento de la socie­dad humana. Puesto que el hombre no puede realizar prácticamente el amor hacia to­dos, se le imponen obligaciones particula­res que, observadas por todos, concurren a realizar este amor.

Tales obligaciones son de dos clases: la primera de orden natural es la del matrimonio, que da lugar a la so­ciedad familiar a través de los nacimientos, el parentesco, etc., y la segunda comprende todas las demás relaciones, voluntarias o no, de las que surge la sociedad civil. Las leyes pueden reducirse todas a dos grandes categorías: inmutables o naturales, que son las necesarias e inderogables, porque fue­ron establecidas por Dios; y arbitrarias, que son las emanadas de una autoridad legítima, en ocasiones contingentes, y que pueden ser derogadas. El autor se propone estudiar las leyes civiles de la primera categoría, las cuales, teniendo un orden na­tural, constituyen un «corpus» orgánico y definido. La obra de Jean Domat tiene una importancia fundamental en la historia del Derecho. En ella se encierra el esfuerzo más grandioso por realizar aquella unidad legislativa, cuya necesidad se hacía sentir cada vez más viva en Francia después de la unificación nacional. Se trataba de supe­rar los varios particularismos de las fuentes más diversas en un principio unitario que Domat cree ver en las disposiciones del Derecho romano, como las que mejor res­pondían a un principio unitario de racio­nalidad. La obra fue preciosa para la codi­ficación francesa de Napoleón.

A. Répaci