[De casibus virorum illustrium]. Compilación biográfica, en lengua latina, de Giovanni Boccaccio (1313-1375). La obra, dedicada a Mainardo Cavalcanti, está dividida en nueve libros, fue escrita entre 1355 y 1360, y revisada y corregida en los años siguientes. En el título se refleja la justificación moral y didáctica que Boccaccio quiso dar a esta su obra que es, a la vez, obra histórica, obra de erudito y de moralista. Los personajes cuya vida se cuenta son hombres y, en pequeña parte, mujeres, que fiando demasiado en los favores de la Fortuna, desde el apogeo del poder se precipitaron en el abismo. Esto da ocasión al autor para múltiples digresiones y consideraciones sobre la volubilidad de la Fortuna y sobre la tontería de los hombres que en ella confían, y, en el libro VI, da también lugar a un diálogo entre Boccaccio y la Fortuna, que se le aparece para sostener sus razones.
El libro va precedido de una ficción real y de un punto fantástico: Boccaccio se hallaba un día en compañía de unos amigos cuando la conversación vino a caer sobre el tema de la inestabilidad de la Fortuna y la tontería de los hombres. Más tarde, mientras Boccaccio se entregaba, en plena soledad, a sus estudios preferidos, se le aparecen súbitamente una ingente multitud de personajes ilustres de todos los tiempos, rogándole que escuche la narración de sus desgracias y que refresque o rehabilite su memoria entre los hombres. Así comienza la larga serie de biografías, desde Adán, a lo largo de la edad clásica y medieval, hasta llegar a los personajes de los siglos XIII y XIV: Carlos de Anjou, Jacobo de Molay, Juan el Bueno, el duque de Atenas y Felipa de Catania, que de humilde lavandera ascendió a confidente y consejera de la reina Juana de Nápoles. Ésta es la parte más interesante de todo el. libro. El discurso sobre Carlos de Anjou y sobre la aventurera Felipa de Catania lleva a Boccaccio a los buenos tiempos de su estancia en Nápoles, y la narración de la vida de Gualterio de Brienne, duque de Atenas, se amplía con una sombría descripción de los hechos de este aventurero que fue, por breve tiempo, señor de Florencia.
Para variar y aligerar la monotonía de la materia, Boccaccio ha introducido a veces elementos dramáticos y representaciones caprichosas de los personajes. Sardanápalo aparece con el rostro ennegrecido por el humo de la hoguera; la reina Arsinoe con la cabellera enmarañada y con las mejillas surcadas por las rojas huellas de sus uñas; el emperador Vitelio tambaleándose en un estado de plena embriaguez; Atreo y Tiestes, Tiberio. Calígula y Mesalina se enfrentan con una violenta irritación que no carecería de viveza si la expresión estuviera más libre de trabas que lo que consiente el latín, lengua docta y demasiado literaria. La obra es monótona y desorgánica, pero logró un gran éxito y conoció una gran difusión durante el siglo XV, particularmente en Francia, donde se extendió la fama de un Boccaccio moralista y severo, sustituida luego por la otra, más exacta, de novelista despreocupado y agradable.
D. Mattalía